Trópico de Cáncer fue la primera novela de Henry Miller, publicada con la ayuda de la escritora Anais Nïn en 1934. En Estados Unidos esta novela estuvo censurada hasta 1960, se consideraba obsena y moralmente reprochable. Trópico de Cáncer es una novela autobiográfica. La frase que abre la publicación da pistas acerca de ello. Llama la atención lo que en la primera página dice Miller acerca del “cáncer del tiempo” donde los héroes se han matado o están matándose… “No hay escapatoria”, sentencia. Esta obra está enmarcada en un contexto de nihilismo y decepción, resultado de la Gran Guerra y otros eventos como la Crisis del 29, los cuales sembraron serias dudas sobre el progreso de la sociedad.
¿De qué trata Trópico de Cáncer?
En todo el libro se habla de una visión decadente del mundo, un mundo vil que no tiene esperanza, que decae, un mundo sin ilusión. Aunque la novela es del año 1934, parece que estuviera haciendo referencia al mundo de hoy en día. En ese entonces, era un mundo amenazado por el fascismo y que pronto entraría en la Segunda Guerra Mundial.
Para Henry Miller sólo el arte podría emancipar al mundo de ese cáncer de la época. Y él es un artista y el hombre más feliz del mundo, dice en esa primera página. También afirma que: “este no es un libro en el sentido ordinario de la palabra. No, es un insulto prolongado, un escupitajo a la cara del arte, una patada en el culo de dios, al hombre, al destino, al tiempo, al amor, a la belleza… a lo que os parezca. Cantaré para vosotros, desentonado un poco tal vez, pero cantaré, Cantaré mientras la palmáis, bailaré sobre vuestro inmundo cadáver” (P. 7)
Es cierto que este libro no guarda una estructura dramática común; es una novela propia del modernismo literario. Desentona con lo ordinario y lo tradicional, y con las historias que se contaban y cuentan en la literatura que guarda los parámetros del usual «principio, nudo, desenlace». Dice Henry Miller que su trabajo ha sido abandonar el patrón “oro” de la literatura “presentar una resurrección de las emociones, describir la conducta de un ser humano en la estratosfera de las ideas, es decir, presa del delirio” (P. 201).
La cita anterior me recuerda de cierta forma a Maldoror. Sus cantos bailan, como se afirma en el libro, «sobre el inmundo cadáver del ser humano»… pero, antes de condenar a estos poetas, veamos que Maldoror, al igual que Miller, al parecer, son grandes humanistas… su “grosería”, su altanería y total insatisfacción y desacuerdo con su sociedad quieren enfrentar al lector. Y paso seguido, compartir su verdadera exaltación del ser humano. Estos poetas malditos en realidad tienen fe en el arte como camino humano.
Miller, lo afirma itinerantemente en Trópico de Cáncer. El arte es el camino, la forma de ser y de existir que es totalmente contraria a un mundo de consumo y prostitución que apenas ejemplifica la mierda entre la que andamos. No es muy lejana la sensibilidad de esta voz frente a lo que sucede actualmente. Tal vez hoy en día, lo que denunciaron ellos, como Baudelaire, esté mucho más pronunciado… «El mundo que me rodea está desintegrándose, y deja aquí y allá lunares de tiempo. El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo” (P .8).
Lo que menos importa, de hecho, son las aventuras por las que discurre el personaje principal, su viaje errático, su estado a la deriva. En realidad, no le pasa nada. Denuncia, se asquea, disfruta ser parte de las heces, incluso, come de ellas, pero está tranquilo en medio del paisaje sórdido. Narra sus visitas y tratos con las putas, con el bajo mundo, con el licor, la pobreza y los mendigos, sus paseos hambrientos, felices, a veces indiferentes, por las calles donde todo es cáncer y sífilis (ver página 155).
Henry Miller en París
Él está simplemente ahí, en París, en una ciudad que es como una puta, afirma, donde los límites se desvanecen «y el mundo se manifiesta como el matadero que es» (P. 135)… un París del desamparo, de los mendigos y de las prostitutas, todo, acompañado de una frasecita que aborrece y que está en boca de todos “Tout va bien, tout va bien” (P. 199). Un París de mendigos que recuerda en cierta forma al libro Sin blanca en París y Londres de George Orwell. Ambos autores comparten cierta mirada crítica sobre la sociedad.
¿Pero por qué la figura de la trabajadora sexual es tan recurrente (en este autor y en todos los que se vieron influenciados por él, en especial Bukowski)? Lo siguiente puede dar luces acerca de dicho recurso expresivo: “Cuando me asomo a ese coño exhausto de una puta, siento el mundo entero debajo de mí, un mundo que se tambalea y se desmorona, un mundo usado y pulido como el cráneo de un leproso” (Pág. 205).
Hablando sobre el carácter del arte, y de Matisse y Proust también dice: “[…] son capaces de transformar la realidad negativa de la vida, en las formas sustanciales y significativas del arte” (Pág. 136). La figura de Walt Whitman también encarna ese triunfo del artista. Para Miller, todo lo que hay de valor en América Whitman ya lo ha expresado. Parece que tiene mucha fe en el personaje del artista: “Cuando pienso que la tarea que el artista se asigna implícitamente es la de derrocar los valores existentes, convertir el caos que lo rodea en un orden propio, sembrar rivalidad y fermento para que, mediante la liberación emocional, los que están muertos puedan ser devueltos a la vida, entonces es cuando corro gozoso hacia los grandes e imperfectos, su confusión me alimenta, su tartamudez es música divina para mis oídos.” (P. 209)
Continúa más adelante, diciendo que existen dos especies de seres; unos son humanos, y otros los inhumanos. Los primeros están perdidos, los segundos son un linaje del que vale la pena hacer parte… (P. 211). Habría que volver sobre esas páginas para dar cuenta de la profundidad de sus comentarios y pensamiento… Puede que no haya esperanza, dice el autor, pero aunque sea, ese es su mensaje, tenemos que lanzar un último grito al borde del abismo (P 213).
Es muy interesante ver que sólo hasta el final del libro, cuando regresa a París después de dejar a su compañero listo para irse de Francia, el narrador, por fuera de la ciudad y en medio de las montañas entre las que serpentea el río Sena, por fin afirma sentir una calma, una paz inigualable. Es como si el paisaje natural, tan fuera de la ciudad, tuviera una enorme influencia sedante sobre él.
Fragmento de la novela:
Fragmento de la primera página de la novela Trópico de Cáncer que sirve para conocer un poco la literatura de Henry Miller:
«Estamos ahora en el otoño de mi segundo año en París. Me enviaron aquí por una razón que todavía no he podido desentrañar.
No tengo dinero ni recursos, ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace un año, hace seis meses, creía que era un artista. Ya no lo pienso, lo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. Ya no hay más libros que escribir, gracias a Dios.
Entonces ¿este? Éste no es un libro. Es un libelo, una calumnia, una difamación. No es un libro en el sentido ordinario de la palabras.».