Lolita es un clásico, una obra imprescindible que habitará en mi memoria trayendo consigo un personaje, Lolita, que ha sobrepasado los límites de la literatura y se ha colado en nuestro vocabulario, siendo esta la definición según RAE:
Lolita:
1. f. Adolescente seductora y provocativa.
Fue escrita por Vladimir Nabokov y publicada en 1955, con el subtítulo de Confesiones de un viudo de raza blanca, tras una larga lucha con la censura, juzgada por novela pornográfica. Pero según un artículo de El País de Juan Cruz, 2 de noviembre de 2013: “Prohibir un libro es incitar a leerlo”, y ese es precisamente el origen de tanto éxito. No es la primera obra de este autor ruso, pero sí una de las que escribe en inglés tras su nacionalización estadounidense, junto a otras como La verdadera vida de Sebastian Knight. El primer vestigio de esta historia fue una de sus propias novelas, El hechicero.
El éxito tras su publicación es lo que impulsa a esta novela, erótica y psicológica, a la gran pantalla con dos versiones cinematográficas: La primera de ellas, de Stanley Kubrick, data de 1962 y el guión es del propio Nabokov, y una adaptación más moderna de Adriana Lyne en 1997.
La novela está concebida como una súplica al juez que juzga a Humbert Humbert, aunque a medida que avanza la trama nos damos cuenta de que nosotros somos sus cómplices y en nosotros busca el apoyo y comprensión. Somos los testigos y a la vez el jurado de su historia. “[…] sigue leyendo, porque solo así puedo seguir viviendo, y solo así todo puede volver a pasar.” (pág. 284).
La obsesión de Humbert por las nínfulas comienza con la muerte de su pequeño primer amor, Anabelle. Eso detona en una perversión hacia las tiernas niñas de 12 años que alcanza su cumbre con Lolita. Recorren Estados Unidos, y cruzan ciudades como Ramsdale o Elphinston, viviendo en tristes moteles de carretera y conociendo al mismo tipo de gente, todos egocéntricos, preocupados de su apariencia y terriblemente cotillas, de los que se sirve Nabokov para describir a la sociedad americana de la posguerra.
Humbert cada día está más locamente enamorado de la niña de quien se ha apoderado como padre, y Lolita, sin sentimientos, jugando con los suyos. La novela es un choque continuo de pensamientos, al principio sentimos repulsión por Humbert pero a lo largo de la historia y durante su testimonio logra que sintamos incluso que él es la víctima de esta historia, en cambio Lolita, falsa, dulce e inocente niña nos confunde con sus provocaciones.
En la novela está presente la lucha entre la libertad y el puritanismo, entre la locura y la muerte, la obsesión por una niña de 12 años que crece más rápido de lo que a Humbert le gustaría.
Gracias a la prosa del autor, a las infinitas descripciones de los personajes y del entorno, podemos calificar a la novela como más sensual que sexual. Esto no es pornografía, es literatura, una literatura que quema y despierta, con la que el autor intenta hacernos pensar que esa obsesión amoral es normal. “Son seres raros, inocuos, inadaptados, pasivos, tímidos, que solo piden a la comunidad que les permita dedicarse a sus prácticas, casi inofensivas, por más que las llamen aberrantes […] ¡No somos demonios sexuales!”.