Reseña de Ifigenia, novela de Teresa de la Parra

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Ifigenia (1924) conocida inicialmente como Diario de una señorita que se fastidiaba, publicada en 1922, es una novela de Teresa de la Parra (1889 – 1936). En ella, la autora venezolana supo referenciar mitos griegos, personajes de la literatura universal y parábolas de hechos y personajes bíblicos que marcaron hito en la literatura universal y, de esta manera, retratar sus reflexiones sobre la posición de la mujer en la sociedad que le tocó vivir. Todo, en una hermosa prosa evocadora de figuras retóricas e imágenes propias del movimiento modernista de la época.

De La Parra, Teresa
Ifigenia (1924)
En línea: Colección Bicentenario Carabobo Ifigenia / Memorias de Mamá Blanca. http://www.cenal.gob.ve/?ddownload=9722
Obtenido: 15 de diciembre 2024
Estructura de Ifigenia: 4 partes y 478 páginas

El tema principal en Ifigenia gira en torno a la crítica moral y social que la protagonista dibuja de una sociedad cerrada caraqueña (venezolana). Sin embargo, como lector puedo observar otros temas que incluyen una forma de narcisismo por la belleza y el refinamiento, feminismo, luchas internas por la identidad, prejuicios sociales sobre la raza y el color que la protagonista enfrenta.

La novela Ifigenia relatada en primera persona, se adentra en la intimidad de una joven hermosa e inteligente educada en Francia llamada María Eugenia Alonso. Trás la muerte de sus padres, esta joven debe regresar a Venezuela. Allí la esperan la abuela materna, una tía y dos tíos y una sociedad esclavizada a los cánones sociales de finales de siglo XIX y XX, donde las mujeres están aún obligadas a seguir las decisiones de la familia y la sociedad en general, y se espera de ellas el matrimonio. En controversia, María Eugenia exhibía costumbres propias de una sociedad moderna de la época francesa, leía libros y tenía inclinación por la música y la cultura universal. No obstante, el consiguiente choque cultural silencia su voz, sus preferencias intelectuales y personales, llevándola a realizar tareas como el bordado, tejido y a mantener conversaciones triviales que la fastidiaban.

A partir de entonces, la vida de María Eugenia es una lucha constante, un camino de reflexiones que la ahogaban. En esa búsqueda, comenzó a escribir, primero mediante una larga carta destinada a su amiga de la escuela y, posteriormente en un diario, lo que conlleva una entrega a la pérdida de la libertad y al amor: “… resignación para aburrirnos, resignación para olvidar los ideales que no pueden ser, resignación para callarnos y para que en nosotras todo calle siempre…”. (1924: 367).

Feminista: En la trama vemos a María Eugenia con ideas propias en conflicto mientras lucha contra las desventajas que encara como mujer en comparación con los hombres, en busca de un lugar en el mundo: «¡Si al menos hubiera nacido hombre! … Pero soy mujer ¡ay, ay, ay! y ser mujer es lo mismo que ser canario o jilguero. Te encierran en una jaula, te cuidan, te dan de comer y no te dejan salir… ¡Qué horror es ser mujer! ¡Qué horror, qué horror!». (1924: 112).

Narcisismo por la belleza y el refinamiento: Es bella, se ve bella y se lo pregunta y confirma el espejo que es su mejor amigo. El espejo es parte de su identidad, su otro yo que lo acompaña para reforzar la confianza en sí misma: «De pie frente al espejo, en la penumbra de la hora me mire detenidamente un buen rato, y en efecto, me encontré tan linda con mi vestido blanco de crespón de China, … que complacida me quedé…» (1924 : 293).

Prejuicios y discriminación: la autora plantea las diferencias entre clases, prejuicios sociales que se materializan en la discriminación y cómo se practican en la vida cotidiana y son aceptados por aquellos en posiciones de autoridad: «Tío Pancho comentaba: —¿No es cierto que hay algo torturante en la expresión de esta gente? Fíjate. Se diría que el odio profundo de las razas que se reconciliaron un instante para formarla: continúa luchando todavía en sus facciones y en su espíritu.! … ¿Verdad que hay en todas ellas algo terriblemente inarmónico que es muchísimo peor que la fealdad?» (1924: 101).

Luchas internas: en la búsqueda de su identidad María Eugenia debe tomar una decisión difícil, un dilema humano que la conduce a renunciar sus ideales, entre lo que cree y lo que parece más racional. Es una decisión complicada que implica sacrificio y reflexión: «¡Y dócil y blanca y bella como Ifigenia, aquí estoy ya dispuesta para el martirio! … —¡No es al culto sanguinario del Dios ancestral de siete cabezas a quien me ofrezco dócilmente para el holocausto, no, no!… ¡Es otra deidad mucho más alta que siento vivir en mí; … Sí: Espíritu del Sacrificio, único Amante mío; Esposo más cumplido, que el amor, eres tú y sólo tú el Dios de mi holocausto…» (1924: 477).

La novela termina y nuestra protagonista llega a un punto de no retorno, acepta lo que le dicta la sociedad y su conciencia, sin tener en cuenta sus ideales y proyectos de vida. De allí la connotación a Ifigenia, a una mujer de la mitología griega que de acuerdo a algunas historias fue sacrificada por su padre para calmar la ira de una Diosa. La novela Ifigenia es interesante y puede atraparte y llevarte a un mundo clásico con aires de anhelos, melancolía, esperanzas y resignaciones: «¡Ah! ¡ventanas, floridas ventanas del tiempo de Abuelita! ¡Toscos altares del amor, donde los viejos barrotes en cruz son los únicos que siguen besándose eternamente!…» (1924: 99).

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