Perdonar o no perdonar: Un dilema en «Los Rendidos»

Libro Los rendidos
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En el presente análisis, se explora cómo la noción del “perdón” se manifiesta en el libro “Los Rendidos” (2015) de José Carlos Agüero. El interés radica en evidenciar que la perspectiva del perdón que se construye en la obra corresponde con el contexto socio histórico del conflicto armado interno en el Perú durante las décadas de 1980 y 1990. Agüero plantea que reevaluar la cuestión del perdón implica revalorar el rol y la importancia de la reconciliación para sanar heridas del pasado.

En “Los Rendidos” queda en evidencia desde los primeros capítulos que el perdón cumple tanto una función personal como colectiva. A nivel individual, representa un camino hacia la liberación del dolor y el rencor, mientras que, a nivel social, se establece como un paso fundamental para superar heridas del pasado y construir una sociedad más justa y pacífica. Agüero explora este contexto a través de historias conmovedoras que reflejan las experiencias de víctimas, criminales y testigos del conflicto armado. Invitando al lector a reflexionar sobre la complejidad del perdón y su importancia en el proceso de reconciliación nacional.

¡Cuánto puede valer un símbolo! Por la noche en que Sendero preparó un homenaje a los asesinados y desaparecidos de los penales, en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos, ella asistió. Y recibió con confuso orgullo una pequeña insignia, un broche, que le dieron en recuerdo. Y lo guardó. No tuvo nunca el cuerpo de su hijo para enterrarlo, y eso la dañó tan fuerte. Pero ese acto de reconocimiento, ese emblema, esa ceremonia de esos terroristas que habían llevado a la muerte a su hijo, lo apreció. (Agüero, 2015, p. 72)

El relato nos presenta el dolor de una madre por la pérdida de su hijo y la búsqueda de un culpable. Esta búsqueda se puede interpretar como un intento de darle sentido a lo ocurrido y de encontrar cierta paz o consuelo en medio del sufrimiento. Es comprensible que la abuela sintiera conflicto al asistir al evento organizado por el grupo que causó la muerte de su hijo. Sin embargo, su decisión de aceptar la insignia nos muestra su capacidad de transformar una situación de inmenso dolor en un gesto de reconciliación y homenaje a la memoria de su hijo. Esto nos permite reflexionar sobre el poder del perdón y la importancia de encontrar formas de cerrar ciclos dolorosos en nuestras vidas para fomentar la sanación y reconciliación. También nos permite pensar sobre cómo las personas a menudo encuentran consuelo y significado en símbolos, incluso en situaciones difíciles y dolorosas. La política y el liderazgo pueden causar problemas y peleas entre la gente debido a las diferencias de opinión y valores, la competencia por el poder y los recursos. La falta de comunicación y comprensión, la manipulación y la explotación, y las estructuras de los sistemas políticos y sociales.

Creo que perdonar es un don. Y que, en este sentido, su facultad está restringida a ciertas personas y grupos que se enmarcan dentro de esta economía de la indulgencia. Para perdonar necesito primero ser una víctima. (Agüero, 2015, p. 119)

El perdón es una habilidad limitada, propia de personas que han sufrido daños y ofensas, convirtiéndose así en víctimas. En este sentido, el perdón no es algo que todos pueden hacer, sino una capacidad que depende de la experiencia de sufrir y ser víctima de algo. Esto coloca a las víctimas en una posición donde solo ellas tienen la decisión de conceder el perdón o no. Aunque se resalta la conexión profunda entre el sufrimiento personal y la capacidad de perdonar, la realidad muestra que el perdón es una práctica compleja.

Libro Los rendidos, página interna

En contraste con la realidad, el perdón puede ser dado por diferentes personas, no solo por las víctimas directas. La capacidad de perdonar y fomentar la reconciliación puede ir más allá del dolor personal, influyendo a comunidades enteras. Se destaca el perdón como algo exclusivo de las personas afectadas, arraigado en su sufrimiento individual. Se nos enseña que solo aquellos que han sufrido tienen la autoridad moral para perdonar, lo que las hace únicas en este acto de dar indulgencia. Sin embargo, en la práctica, el perdón puede venir de una variedad de individuos y no está restringido únicamente a aquellos que han experimentado directamente el sufrimiento. Esto nos hace cuestionar quién tiene la autoridad moral para perdonar. ¿Es justo limitar el poder del perdón solo a quienes han sufrido? Acaso, ¿Puede el perdón ser considerado auténtico y significativo si se ofrece por otros que no han sufrido directamente? Estas preguntas muestran que debemos repensar el perdón no solo como un acto individual, sino como una dinámica social compleja en la que muchas personas pueden participar y contribuir de manera importante. El perdón puede ser un proceso colectivo que involucre a familiares, amigos, líderes comunitarios y otros actores que pueden ayudar a fomentar la reconciliación y la paz. Al reconocer la complejidad del perdón, podemos trabajar hacia una comprensión más amplia y profunda de este proceso, y encontrar formas más efectivas de promover la reconciliación y la justicia en nuestras comunidades.

¿Debo odiarlo como lo odiaba mi abuela, como lo odiaba mi madre? Prefiero perdonarlo también. Que se defienda donde pueda y como pueda. Si la justicia llega a comprobarse alguna responsabilidad, pues que la asuma. (Agüero, 2015, p. 128)

El autor se cuestiona si debe continuar con el legado de odio que ha prevalecido en su familia, debido a agravios pasados. Sin embargo, elige el camino del perdón en lugar de perpetuar el resentimiento. La mención de que la persona en cuestión se defienda «donde pueda y como pueda» sugiere una aceptación de la justicia, sea cual sea el resultado. Desde una perspectiva valorativa, la decisión del narrador de perdonar, en lugar de odiar, en un contexto lleno de dolor y resentimiento, puede ser vista como un acto de madurez emocional y compasión. Reconoce la importancia de la justicia, pero también la necesidad de liberarse del ciclo de odio, optando por un camino que contrasta con la dureza de su realidad. ¿No es el perdón una forma más poderosa de vencer al odio en vez de mantenerlo vivo? El perdón puede ser un camino poderoso hacia la paz personal y la resolución de conflictos pasados. Aunque la justicia y la responsabilidad son importantes, el perdón no excluye la posibilidad de que se haga justicia. Puede ser más bien una forma de liberarse del peso del rencor y permitir que la justicia siga su curso sin afectar tu bienestar emocional. Entonces, ¿Cómo podemos equilibrar el deseo de justicia con la necesidad de cerrar heridas pasadas?

Pero sé, mi perdón no vale nada. No ayudará a la paz. Ni mil perdones ayudarían a que la paz no se agotará en la sangre de miles de personas que estallan a diario, como si sus cuerpos se hubieran cansado de contenerlos. No hay paz en el perdón. (Agüero, 2015, p. 134)

El fragmento expresa una profunda desesperanza sobre la capacidad del perdón individual para influir en un mundo marcado por la violencia y el sufrimiento masivo. Agüero siente que miles de perdones no contribuyen a la paz, ni a sanar las heridas del pasado, ni a desaparecer el sufrimiento que ha afectado a gran cantidad de personas. La frase: “No hay paz en el perdón” sugiere que, en un contexto de guerra y brutalidad continúa, el perdón es impotente y no puede contrarrestar la magnitud del sufrimiento humano. Se expresa desesperanza sobre la efectividad del perdón individual en contextos de violencia extrema, proponiendo que ni el perdón puede lograr la paz. En contraste, la realidad muestra que el perdón, tanto individual como colectivo, puede tener un impacto significativo. Actos individuales de perdón pueden transformar relaciones y contribuir a movimientos de reconciliación. Mientras que iniciativas comunitarias y nacionales han demostrado que la justicia restaurativa puede ayudar a sanar y construir una paz duradera. El fragmento refleja una profunda desesperanza sobre la capacidad del perdón individual para enfrentar el sufrimiento y la violencia vivida en nuestro país. La idea de que ni un solo perdón ni miles de ellos pueden contribuir a la paz sugiere una visión pesimista donde los actos de perdón son impotentes frente a la magnitud del conflicto y la destrucción. Sin embargo, el perdón, aunque individual, tiene el potencial de romper ciclos de odio y venganza, promoviendo la sanación personal y colectiva. Además, cuando se articula a través de movimientos comunitarios y nacionales, el perdón puede ser un catalizador para la justicia restaurativa y la reconciliación. Esto nos invita a reconsiderar el valor del perdón no solo como un acto individual, sino como una fuerza poderosa que, a través de esfuerzos concertados, puede contribuir a la transformación social. Entonces, ¿Puede un solo perdón individual tener algún valor frente a la magnitud del sufrimiento de muchas personas en un contexto de violencia? ¿Es el perdón una forma de rendición o puede ser visto como un acto de resistencia y humanidad frente a la brutalidad?

«Los Rendidos: Sobre el don de perdonar» de José Carlos Agüero es un poderoso testimonio del espíritu humano que ha marcado a capacidad de encontrar esperanza incluso en los momentos más desesperados. Este libro te remueve las entrañas y te obliga a confrontar las cicatrices del pasado, tanto personal como colectivo.

El autor no busca victimizarse ni justificar las acciones de Sendero Luminoso, sino que, con valentía y honestidad, explora las complejidades del perdón y la sanación en un contexto de violencia extrema. Esta obra ha impactado porque nos lleva a la reflexión sobre el perdón como un acto de rendición. No se trata de condenar los crímenes cometidos, sino de renunciar al rencor y al deseo de venganza. Es un hecho de separación que permite a las víctimas liberarse del peso del pasado y abrirse a la posibilidad de construir un futuro diferente.
En definitiva, Los Rendidos es un libro que te cambia la vida. Te permite replantearte tus propios valores y te da la posibilidad de que, incluso en las situaciones más difíciles, siempre hay espacio para la redención y la fe. A través de esta historia, se reconoce el espíritu humano, su capacidad de encontrar una salida. Asimismo, se valora el mensaje de valentía y esperanza que esta historia transmite en cada una de sus páginas.

Reseña escrita por: Hellin Esther Ramos Zamora, Elizabeth Antonella Contreras Pizan, Luis Noriel Lozano Malca

Referencia

Agüero, J. C. (2015). Los rendidos: Sobre el don de perdonar. Instituto de Estudios Peruanos. Lima, Perú.

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Autor: Hellin Esther Ramos Zamora, Elizabeth Antonella Contreras Pizan, Luis Noriel Lozano Malca

Somos estudiantes de la Universidad Privada Del Norte cursando el tercer ciclo de nuestra carrera.

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