Castaneda, un antropólogo peruano nacido en el año 1925 en la ciudad de Cajamarca, escribió una de sus obras más controversiales y llamativas titulada “Las enseñanzas de Don Juan” (1968). Esta se enmarca en el género del realismo mágico, como también puede considerarse parte de la literatura antropológica y etnológica. Las enseñanzas de don Juan relata cómo Carlos Castaneda conoció a un chaman yaqui llamado Don Juan Matus, quien le enseñó a practicar la brujería y a utilizar plantas alucinógenas, lo que alteró su perspectiva sobre la vida. A la vez explora cambios en la realidad, cuestionando las fronteras entre lo tangible y lo espiritual, ofreciendo una visión única sobre el conocimiento chamánico además de una expansión de la conciencia. En esta obra se abarcan temas relevantes como: la percepción y realidad, las plantas sagradas y las creencias místicas, el miedo y la ambición simbolizados en el “humito” y “la hierba del diablo” y por último el camino del guerrero.
En primer lugar, se aborda el tema sobre la percepción y realidad. Esto lo podemos evidenciar en el capítulo I cuando el narrador en primera persona refiere:
Tuve la clara sensación de no poder abrir los ojos; me encontraba mirando a través de un tanque de agua. Fue un estado largo y muy doloroso, lleno de la angustia de no poder despertar y de a la vez, estar despierto. Luego; lentamente, el inundo se aclaró y entró en foco. Mi campo de visión se hizo de nuevo muy redondo y amplio, y con ello sobrevino un acto consciente ordinario, que fue volver la vista en busca de aquel ser maravilloso. En este punto empezó la transición más difícil. La salida de mi estado normal había sucedido casi sin que yo me diera cuenta: estaba consciente, mis pensamientos y sentimientos eran un corolario de esa conciencia, y el paso fue suave y claro. Pero este segundo cambio, el despertar a la conciencia seria, sobria, fue genuinamente violento. ¡Había olvidado que era un hombre! La tristeza de tal situación irreconciliable fue tan intensa que lloré. (Castaneda, 1968, p. 22)
Aquí podemos ver una experiencia con una realidad distorsionada y dolorosa en la que el narrador ha consumido una planta alucinógena llamada peyote. La incertidumbre está en que no sabe si está en un sueño largo o en la realidad. Al lograr recuperar la claridad, entro en un estado de violencia reflejando el dolor de tomar conciencia plena de la propia realidad y condición humana. Esto nos habla sobre la fragilidad de la identidad y la intensidad emocional de todo ser humano, lo cual nos brinda una perspectiva distinta a la del mundo que nos rodea; son nuestras emociones lo que hace que cada una de las personas tenga una percepción muy diferente de la verdad, pero llega a un punto donde esta intensidad cambia a las personas o disminuye ocasionando que al fin cada uno de nosotros podamos ser conscientes que nuestra percepción, muchas veces se deja llevar de las emociones y que por tal motivo olvidamos verdaderamente la realidad en la que nosotros estamos inmersos. Asimismo, en el capítulo IV encontramos el tema de las plantas sagradas y creencias místicas cuando el narrador refiere:
Recogimos sesenta y cinco botones. Cuando el saco estuvo completamente lleno, lo puso sobre mi espalda y amarró otro a mi pecho. Al terminar de cruzar la meseta teníamos dos sacos llenos, que contenían ciento diez botones de peyote. Los sacos eran tan pesados y voluminosos que yo apenas podía caminar bajo su bulto y su peso. Don Juan me susurró que las bolsas estaban pesadas porque Mescalito quería regresar a la tierra. Dijo que la tristeza de dejar su morada era lo que hacía pesado a Mescalito; mi verdadera tarea era no dejar que los sacos tocaran el suelo, porque si lo hacía, Mescalito jamás me permitiría tomarlo de nuevo. (Castaneda, 1968, p.62)
Aquí se explora cómo las plantas sagradas, como el peyote, están profundamente entrelazadas con las creencias místicas indígenas. El peso de los sacos, debido a la tristeza de Mescalito, simboliza la carga espiritual y el respeto necesario en su recolección. No dejar que los sacos toquen el suelo subraya la importancia de tratar la planta con máxima reverencia, destacando que cualquier descuido puede romper la conexión espiritual; lo cual resalta que la interacción con lo sagrado requiere un profundo sentido de responsabilidad y respeto. Por otro lado, el tema del miedo y la ambición simbolizados en el “humito” y “la hierba del diablo” se muestra en el capítulo IX de la obra, donde se menciona:
Me preguntó cómo me sentía con respecto a su aliado, el humito, y tuve que decirle que la sola idea de tener que usarlo me asustaba hasta hacerme perder los sentidos.
-Te he dicho que para escoger un camino debes estar libre de miedo y de ambición. Pero el humito te ciega de miedo, y la yerba del diablo te ciega de ambición. (Castaneda, 1968, p. 103 y 104)
Aquí se evidencia una metáfora de los dos principales obstáculos a los que se enfrentan en la vida todos los seres humanos en el camino hacia la toma de sus decisiones. En primer lugar, el «humito» simboliza el miedo, este es representado como algo que puede llegar a ser tan abrumador que causa la pérdida de los sentidos, haciéndonos sentir inseguros de lo que hagamos. Por otro lado, la «yerba del diablo» representa la ambición desmedida o los deseos egoístas que pueden alejar a alguien de tomar decisiones correctas siendo un peligro para uno mismo; ya que nos puede cegar desviándonos del camino correcto y llevarnos en busca de solo beneficios personales sin considerar las consecuencias que podemos ocasionar con ello. Seguido del tema anterior, tenemos el camino del guerrero, esto se ve reflejado en el capítulo XI:
Un diablero es un diablero y un guerrero es un guerrero. O se puede ser las dos cosas. Hay bastante gente que es las dos cosas. Pero un hombre que sólo recorre los caminos de la vida lo es todo. Hoy no soy ni guerrero ni diablero. Para mí ya no hay nada de eso. Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón (Castaneda, 1968, p. 120).
Esto muestra que, en la vida todas las personas deben tener un carácter fuerte para enfrentarse a adversidades que se presenten, pero en muchos casos es lo contrario. Por lo tanto, podemos afirmar que las personas son guerreras al tomar decisiones y así superar obstáculos, inclusive algunas veces se puede ser como un diablo con tal de salvaguardar nuestra integridad, pero también como un guerrero ya que uno tiene que protegerse de los demás. Pero no solo basta con ser fuertes igual que un guerrero o diablero, si no también tomar caminos guiados por el corazón.
En conclusión, en Las enseñanzas de Don Juan se muestran temas relacionados a las creencias costumbristas que tienen las comunidades nativas e indígenas, las cuales tienen una cosmovisión única de las plantas, considerándolas sagradas; esto se evidencia en el uso del peyote y otras platas más. Pero no sólo se desarrolla este tema, sino también la verdad que todo individuo debe atravesar, como es la percepción y la realidad que cada uno tiene de las cosas. A la vez tenemos al miedo y la ambición, que son obstáculos a los que se tiene que enfrentar para establecer cuál es el camino o el destino que va a guiar la vida de todo ser humano. Además, resalta que todo ser humano es guerrero por naturaleza, ya que tiene que superar dificultades o decisiones guiadas por su corazón. Por lo tanto, esta obra debería ser leída como una forma de autodescubrimiento de la naturaleza humana.
Reseña escrita por: Natalie Paucar Cueva, Angie Ortiz Gamboa, Erick Sangay Quispe
Referencias:
Carballal, M. (2018). El peruano que engañó al mundo (y su don Juan de las drogas alucinógenas). El mundo. Recuperado de: https://www.elmundo.es/cronica/2018/08/16/5b6de91622601d30598b457d.html
Castaneda, C. (1968). Las enseñanzas de Don Juan: Una forma yaqui de conocimiento Zoon Politikon Mx. Recuperado de: https://zoonpolitikonmx.wordpress.com/wp-content/uploads/2013/10/castaneda-carlos-las-ensec3b1anzas-de-don-juan.pdf