Como lo hicieran en su momento escritores como Santiago Gamboa, Mario Mendoza, Fernando Quiroz y Jorge Franco con Bogotá y Medellín, existe ahora en la literatura colombiana una nueva corriente de narradores (y sobre todo narradoras) que están novelando el territorio. Pasando así de las capitales europeas y norteamericanas de otros tiempos, a las grandes urbes colombianas contemporáneas y los territorios diversos, recónditos y sorprendentes de nuestro país. Se destacan las mujeres, como nuevas protagonistas de estas letras, así como temáticas recurrentes como la niñez, la pérdida de la inocencia, la violencia y la muerte.
Podría uno empezar con Pilar Quintana, ganadora del premio Alfaguara 2021 por Los Abismos. Y aunque esta novela suceda en Cali, también es novedosa esta narración de una ciudad que quizás no veíamos en el panorama nacional desde Andrés Caicedo y las épocas de Caliwood. Esta es la historia de una niñez y una maternidad, diferente a la que nos venden los comerciales de pañales y aceite para bebés, relaciones más reales y ciertas que las de las revistas de farándula, como lo explicaba ella misma en el más reciente Hay Festival de Cartagena. Y aunque Cali esté a las puertas de Buenaventura, y justamente esta carretera aparezca de manera importante en la novela, es mejor trasladarse a La Perra, para ver ahí sí, de primera mano, una descripción desgarradora sobre el Chocó.
Esta novela de Pilar evoca las varias de Tomás González, donde el Pacífico también es protagonista. Resalto una, la última, El Fin del Océano Pacífico, donde somos testigos de la enfermedad, desde el vaivén de una hamaca ante uno de los paisajes más olvidados y sobrecogedores que tiene el país. Y como lectores, sin develar la trama, resultamos un poco engañados de buena manera con este peregrinaje final a ver las ballenas jorobadas (lo que recuerda a su vez el título de otra novela, más fantasiosa, de Sara Jaramillo Klinkert, Donde cantan las Ballenas).
Y así como se mece la hamaca en el libro de Tomás, viajamos con los movimientos rítmicos y ondulantes característicos de las balsas artesanales en Esta Herida Llena de Peces, de Lorena Salazar Masso. Donde un viaje, con un hijo, un tema clásico de la literatura universal, termina en este caso en una de las masacres más terribles y tristemente célebres de Colombia. No es distinta la estructura empleada por Santiago Wills en su ópera prima, Jaguar, que también termina, en un coro literario, con otra masacre paramilitar, también en cercanías de Cármen de Bolívar.
Pero no todo es tragedia, violencia y dolor en los territorios colombianos. A través de sus cartas íntimas y honestas, Velia Vidal Romero, en Aguas de Estuario, nos revela el mundo del Chocó, y uno de los trabajos más maravillosos y quizás menos reconocidos, el de la divulgación literaria. Con que una persona joven lea de verdad y pueda acercarse en serio a la literatura, Velia hace ella sola tanto más que muchos políticos locales y programas gubernamentales. ¡Larga vida a su motete!
Margarita García Robayo, radicada en Buenos Aires, nos traslada del Pacífico hacia el mar Caribe. Y no es que Cartagena sea una urbe menor, pero sí era una ciudad que aparecía hasta ahora de otra manera en novelas como las magistrales de García Márquez. De manera más romántica y mágica, y no con la crítica social de obras como El Sonido de las Olas, que reúne tres. Ahí están las historias de los que vienen, de los que nunca se van, de los personajes (sobre todo niñas y adolescentes) que se sienten, más que en un paraíso caribeño, en un infierno tropical.
Adentrándonos en el mar, está Cristales de la Sal de Cristina Bendek, quien nos narra las historias de San Andrés, una isla que generalmente visitamos como turistas los “continentales” pero en la que poco ahondamos. Es una novela que enriquece el panorama literario con su voz raizal y ese cáliz racial e histórico que son las islas del Caribe, en este caso colombiano. Pero no solamente nos sorprende Cristina con sus descripciones de un volver a la isla, sino también con su visión única, isleña sobre la capital en el interior del país.
En ese interior, Juan Cárdenas, de Popayán, nos acerca a tradiciones ancestrales fascinantes como las de los macheteros en Elástico de Sombra. Recorremos, con Sando y Miguel territorios apartados y artes marciales tan olvidadas como maravillosas. Todo dentro de un ambiente ensombrecedor que también termina en tragedia, furor y venganza. Quizás sea el mismo Juan quien se autorretrate en El Diablo de las Provincias, volviendo ya no a una isla sino a esa “ciudad enana” que es la bellísima, pero olvidada, Popayán, gloria de otros tiempos.
Y aunque escriba desde Bogotá, resalto también la novela del candidato presidencial fallido Juan Carlos Echeverry, En Sitios más Oscuros. Un viaje también estremecedor por los Llanos Orientales de Colombia, donde todo se lo come la Manigua, y ciudades tan desconocidas literariamente como pujantes económicamente, como San José del Guaviare. Son territorios, que poco a poco se van abriendo al turismo, después de una historia difícil de ocupación guerrillera. Territorios que entran a enriquecer también nuestro paisaje literario.
En su conjunto, las novelas acá reseñadas muestran la diversidad de voces, muchas veces jóvenes y femeninas, que no son más que la rica representación literaria de un país igualmente diverso, complejo y maravilloso, que empieza a mirar con curiosidad y esperanza más allá de sus grandes capitales.
Soy la autora de la obra que el Ministerio de Cultura de Colombia declaró como ganadora del Premio Nacional de novela escrita por mujer, 2021, titulada Ojos de Gata Ciega. Nací en una población del Quindío, La Tebaida. Vivo en Armenia y encuentro que la calidad de una obra no es suficiente. Me gustaría tener promoción para que un esfuerzo y un premio nacional no se queden en el anonimato porque no se tiene la llave para abrir puertas y llevar lejos y bien una producción literaria que resiste analisis y sale orgullosa de ellos.
samariamarquezjaramillo@gmail.com
Soy Premio Nacional de novela, Ministerio de Cultura, con la novela Ojos de Gata Ciega.