Estoy interesado en escribir un ensayo sobre la Hermana Nicolasa, el personaje más interesante en el cuento “Noticias de un Convento frente al mar” de Germán Espinoza. Quiero hacer preguntas y entender el “ser” de Nicolasa, el «ser» narrado de la hermana Nicolasa, la que “lavaba siempre allí y se había convertido en otro elemento, en otro sarmentoso árbol del patio poblado de peces muertos y floridos limoneros”. Pero mi interés va más allá de caracterizar vagamente un personaje… me interesa ver las situaciones o escenas en las cuales la Hermana Nicolasa es una hipóstasis del patio del convento de San Simón, lugar en donde se desarrolla la historia. Entiendo que hipóstasis significa el ser o la sustancia de la cual los fenómenos son una manifestación. Suena raro y rebuscado pero no lo es tanto.
Es decir, el patio en el convento es una manifestación de la Hermana Nicolasa, el patio es como una extensión de su cuerpo. Ya sé que es una idea extraña pero sigamos así. El patio del convento es el lugar de encuentros sexuales prohibidos, es el único lugar que lo permite, es la complicidad, es la frontera tras cuyo muro posterior el mar rompía, el mar masculíno, es la frontera en la que choca “el aliento espermático del océano”. Para la narradora (la protagonista), antes que iniciara sus encuentros con la profesa Helga, el patio era un refugio “para tratar de fijar en la mente cosas definitivamente idas o trozos todavía calientes de mi vida pasada”, vida anterior a los confines del claustro que le era tan extraño.
El relato empieza así: “El único recuerdo grato que me queda del monasterio de San Simón es el del patio de limoneros y ciruelos…” y más tarde, despúes de hacer explicito que la evocación del patio y de la hermana Nicolasa son la misma por ser las dos cosas el mismo fenómeno, afirma : “… esta ancianita artítrica y loca, cuyo recuerdo es lo único bueno que me queda de mi estancia en el monasterio”.
Es indudable que la narración es explícita en correlacionar la personalidad de Nicolasa con el patio, único recuerdo grato, escena de la soledad, del amor, del placer, de la desdicha, en fín, lugar de transformación y conquista. Transformación porque es allí donde la Hermana Helga, la seductora, “lograria sutilmente esa alteración, al sumergirme en su mundo de quimeras manifiestas y de sensoriales éxtasis”; y conquista, porque es la pasión con Helga lo que la obsesiona, lo que la enamora e inquieta.
El árbol sarmentoso, en el cual se convirtió Nicolasa, según la narradora de la historia, puede darnos más pistas sobre lo que es este “mundo” del patio, escenario donde se quiebran las normas del claustro y la fidelidad sexual. La palabra «sarmentoso» hace alusión a un brote o una rama de vid; y como bien es sabido la vid es esa doble inclinación hacia la salud y el desenfreno, es el emblema dionisiaco del placer.
Hay otro punto más complejo y que problematiza pensar a Nicolasa: la misión de luchar con el diablo que intuía causante de la pecaminosidad de Safo (poetisa greca nacida en LESBOS) y que había descubierto en las dos profesas. Esto se tradujo en la estricta vigilancia para no permitir relaciones pecaminosas, vigilancia que era expresión de un talante admirable ,nunca antes visto y que por ser tan resuelto le traería la muerte a Nicolasa.