En el primer tomo de las Obras Completas de Jorge Luis Borges {Leí: Emecé, Buenos Aires, 1996} buscaba un breve texto suyo: El Etnógrafo. Pero mientras pasaba las páginas esta búsqueda me llevó a otro texto: «Nota sobre Walt Whitman«.
Simplemente me detuve en la página 249 con la curiosidad de saber qué había escrito Borges sobre Whitman. Empecé a leer, así:
«El ejercicio de las letras puede promover a construir un libro absoluto, un libro de libros que incluya a todos como un arquetipo platónico» (pag 249).
La capacidad de Borges para expresar otros autores y referencias literarias y filosóficas no tiene par. En esa misma página habla de Apolonio, Lucano, Camoens, Homero, Donne, Milton, Firdusí, Góngora, Mallarmé, Pater, Yeats, Jung, Cascales y Gracián, Barbusse, Joyce, Pound, T.S. Eliot, Lascelles Abercrombie y el poeta Sir Edmund Gosse. Todos excepto los dos últimos escribieron libros insignes, libros que se destacan entre la pila de libros, algunos incluso son catalogados como libros que cambiaron la historia, libros necesarios, pero ninguno, como bien cita Borges con el análisis de Abercrombie y Gosse, hizo lo que hizo Whitman: convertirse a sí mismo en literatura (ver Canto a Mí Mismo).
Entonces leí el análisis de Borges sobre Whitman, y mientras tanto creía entender a Borges y su interés por este caso excelso de la literatura, en el cual Whitman el «amistoso y elocuente salvaje de Hojas de Hierba» y «el pobre literario» que lo inventó, son dos entes diferentes.
Whitman quiere ser todos los seres humanos, demuestra Borges, trabajar su relación metonímica con el todo del género humano y en sus versos es evidente. Cita Borges a Whitman: «Estos son de verdad los pensamientos de todos los hombres en todos los lugares y épocas; no son originales míos. Si son menos tuyos que míos, son nada o casi nada.» (pag 215).
Whitman, el que vive dentro de los versos, el perenne, siente lo que todos sienten. Es todo lo que todos fueron y son. Y es esta pan-genérica identidad de su yo disuelto en el género humano lo que sorprende a Borges, y a muchos otros lectores.
El desdoblamiento de Whitman en sus letras, la eternidad del poeta, sus mensajes al futuro, esta obra magna, me hace imaginar a Borges, sumergido en la re-lectura de Hojas de Hierba, y veo la sonrisa erudita que esos versos predilectos despertaron en su noble cara.
¿Cómo sé que la cara de Borges era noble? no lo sé. Estas notas sobre Whitman son el resultado de la sorpresa que su poesía pudo haber despertado en Borges; estas notas son la evidencia de una aguda lectura en la que hace gala de sus estudios, su humilde erudición, abierta a mi disfrute.
A continuación transcribo unos versos de Whitman escogidos por Borges:
«Lleno de vida, hoy, compacto, visible, Yo, de cuarenta años de edad el año ochenta y tres de los Estados, A ti, dentro de un siglo o de muchos siglos, A ti, que no has nacido, te busco. Estás leyéndome. Ahora el invisible soy yo, Ahora eres tú, compacto, visible, el que intuye los versos y el que me busca, Pensando lo feliz que sería si yo pudiera ser su compañero. Sé feliz como si yo estuviera contigo. (No tengas demasiada seguridad de que no estoy contigo).» (253)