Los cachorros es una obra literaria que, por su extensión, está a medio camino entre el cuento y la novela. Algunos la clasifican como novela corta, pero la mayoría de la crítica la designa como cuento. Más allá de dicha discusión, este relato, publicado en 1967, hace parte de las obras tempranas más reconocidas de Mario Vargas Llosa. Joaquín Marco comentaba que Vargas Llosa se había inspirado en una noticia real acerca del ataque de un perro a un niño, aunque todo el desenlace de esta historia es producto del autor. Los cachorros es un relato que retrata principalmente la adolescencia de un grupo de amigos de Miraflores, Lima, Perú.
El relato es sencillo y breve, pero amplio en la descripción de un grupo social y la formación del carácter en la adolescencia, bajo la influencia cultural del sector de Miraflores en Lima. En esta reseña podemos sintetizar el relato así: Los cachorros cuenta la historia de un grupo de amigos en el acomodado sector de Miraflores. Tiene como personaje central a Cuéllar, un niño aventajado, inteligente y acomodado, un producto humano de la burguesía de Miraflores. El relato inicia cuando estos amigos iban de pantalón corto a la escuela primaria, y termina cuando ellos tienen hijos, algunas canas y barriguitas. Las vidas paralelas de Cuéllar y sus amigos de infancia y adolescencia, Lalo, Choto, Mañuco y Chingolo, son tranquilas, pero la de Cuéllar toma un giro inesperado cuando sufre el desafortunado ataque de un perro en su entrepierna. De ahí en adelante, el irónico apodo que le ponen sus amigos, “Pichulita Cuéllar”, expresa el dramatismo de su castración.
Pese a la aceptación y apoyo de su grupo, al llegar la pubertad y los primeros romances con las adolescentes, Cuéllar no logra superar el complejo de la castración, lo cual, propone el relato, le impide seguir el “guión” que la sociedad de Miraflores tenía para él. No puede relacionarse con las chicas, no logra inscribirse en una carrera universitaria y al final, cuando sus amigos han formado una familia y formalizado su vida, Cuéllar, conductor peligroso, muere en un accidente de coche (o carro) en una carretera al norte de Miraflores.
En la narración, destaca la manera en que Vargas Llosa construye los diálogos y la voz de los personajes: en el párrafo, cuando uno de los personajes va a hablar, el autor se basta de, tan solamente, incluir su nombre y, sin siquiera una coma, el personaje habla. Como lector me ha parecido un poco incómodo, pero solo al inicio, cuando el autor propone esta pauta; después, el lector acepta esa regla porque funciona bien. Este es un aspecto que caracteriza a Vargas Llosa y que los estudiosos de la literatura han llamado “discurso indirecto libre”.
Adicionalmente, Vargas Llosa hace gala del castellano local, de localismos y peruanismos del sector de Miraflores y de una época que muy seguramente concuerda con la propia juventud del autor. Hace recordar al cuento de Borges “Hombre de la esquina rosada”, publicado en Historia universal de la infamia. Uno de los primeros de Los cachorros recoge muy bien el estilo narrativo escogido por el autor en esta novela:
“Pucha diablo si se escapa un día, decía Chingolo, y Mañuco si se escapa hay que quedarse quietos, los daneses solo mordían cuando olías que les tienes miedo, ¿quién te lo dijo?, mi viejo, y Choto yo me treparía al arco, ahí no lo alcanzaría, y Cuéllar sacaba su puñalito y chas chas lo soñaba, deslonjaba y enterrabaaaaaauuuu, mirando al cielo, uuuuuuuaaauuuu, las dos manos en la boca, auauauauauuuuuu: ¿Qué tal gritaba Tarzán? Jugaban apenas hasta las 5 porque a esa hora salía la Media y a nosotros los grandes nos corrían de la cancha a las buenas o a las malas”
El párrafo anteriormente citado también deja ver otro aspecto muy interesante: la voz que narra los acontecimientos en el cuento. Es una voz omnisciente que narra un recuerdo y que se incluye en el grupo de los Cachorros, Cuéllar, Lalo, Choto, Mañuco, Chingolo, pero su nombre no lo sabemos.
El cuento insiste en mostrar una dimensión ética y moral: los amigos de Cuéllar siempre lo ayudaron, pero él nunca quiso ser ayudado. Siempre lo incluyeron y cuidaron, pero Cuéllar nunca pudo sobreponerse a su accidente y al significado simbólico de éste. Lo anterior se ha prestado para que haya una lectura demasiado moral de la obra, un tipo de moraleja… cuando la verdadera profundidad del relato está en el propio perfil psicológico de Cuéllar, no tanto por “no pedir ayuda”, sino por su carácter, su atrevimiento en la carretera y en las olas, sus decisiones, su complejo, las consecuencias psico-emocionales de su accidente.
En Perú, Los Cachorros de Vargas Llosa es una lectura obligada en la escuela secundaria. Es un referente literario que tiene múltiples usos; aunque es un relato demasido examinado, incluso tergiversado, su importancia en la narrativa peruana y su lugar en la literatura latinoamericana es muy importante.
sos tremendo fantasma, tibiooooo