Después de la reforma religiosa de Enrique VIII, quien separó a Inglaterra de la Iglesia romana (1534), fundando así el anglicanismo, tuvo lugar en Inglaterra un auge del nacionalismo y de las ideas humanistas propias del renacimiento. Este contexto sentó las bases para un intenso desarrollo de la literatura en el siglo XVI, el cual puede ser considerado el siglo de oro de la literatura inglesa gracias a las obras de escritores como Edmund Spencer, Christopher Marlowe y William Shakespeare. La literatura isabelina se enmarca en ese periodo, durante todo el reinado de Isabel I (1558 – 1603), hija de Enrique VIII y Ana Bolena.
En cuanto al desarrollo del estilo de escritura en esta época, la poesía se vio enriquecida gracias a la estrofa de Spencer (spencerian stanza), al desarrollo del soneto y al verso blanco o verso suelto, más utilizado por Shakespeare. En este periodo también se dio un importante auge del teatro, sobre todo por las obras de Shakespeare, y las crónicas, los panfletos, versiones de la Biblia, todas ellas escritas en prosa, gozaron de especial popularidad. Además, la crítica literaria a las primeras formas de novela comienza en esta época. La era isabelina termina en 1603 con el ascenso al trono de James I (1603 – 1625), época en la que la literatura adquirió un tono mucho más oscuro, aunque los temas literarios que se habían evocado en el siglo XVI persistieron.
El teatro isabelino
El teatro en la era isabelina se liberó en gran parte del peso que suponía la censura eclesiástica, cambiando la temática religiosa por otros argumentos más flexibles, lo cual provocó que se convirtiera en el pasatiempo preferido de la época. Además, la reina, en muchas ocasiones lo utilizó como herramienta política para ganarse el favor del reino.
Es de vital importancia el paso de las representaciones callejeras en ferias, plazas o incluso en iglesias, a la representación teatral en un espacio especialmente habilitado para ello y con compañías teatrales profesionales con un equipo de actores y directores entre otros oficios. El resurgimiento y la actualización del teatro en esta época supuso su propia profesionalización y la necesidad de crear espacios teatrales específicos. Así, a mediados del siglo XVI, se comenzaron a construir teatros sobre todo en Londres, y muchos de ellos estaban situados cerca del río ya que el transporte fluvial era mucho más rápido y fácil. Los teatros más importantes de la época fueron:
- The Red Lion (al este de Londres) en 1557, construído por John Brayne.
- The Theater (al norte de Londres) en 1576 construído por James Burbage.
- The Curtain Theater (al norte de Londres) en 1577, construído por John Brayne y James Burbage.
- The Rose (al sur de Londres en el Bankside, Southwark, al otro lado del río Támesis respecto a la ciudad) en 1587, construído por Philip Henslowe.
- The Swan (al sur de Londres en el Bankside, Southwark, al otro lado del río Támesis respecto a la ciudad) entre 1594 y 1596.
Es importante mencionar que cuando James Burbage desmanteló The Theater por mal estado, fue cuando nació The Globe (entre 1598 y 1599). Era propiedad de la compañía de Lord Chamberlain, para quien Shakespeare escribió algunas obras. Muchas de las compañías que había en la época estaban patrocinadas por hombres ricos, normalmente de la corte, quienes tenían intereses políticos. Por lo que las compañías competían y negociaban para ver cual de ellas tenía más venta de entradas.
La representación y el espacio
Los edificios teatrales en Inglaterra eran prácticamente iguales que los corrales de comedias del siglo de oro español, edificios con un patio interior parcialmente techado, y graderías. Aunque el público se colocaba en frente del escenario, también ocupaban las gradas. Si bien es cierto que la escenografía evolucionó y se fueron creando efectos más complejos y escenarios más elaborados, la técnica era todavía “primitiva” por lo que en muchas ocasiones la puesta en escena era sintética, en otras palabras, una silla era un trono, un actor con botas de montar era un caballero… Las compañías teatrales eran un lugar ocupado por hombres, no había actrices ni ayudantes mujeres, por lo que los roles femeninos eran representados por chicos adolescentes.
Innovaciones en la obra de teatro
En las nuevas obras los autores rompen con los 3 preceptos aristotélicos de acción, tiempo y espacio que se recogen en la Poética de Aristóteles; sus obras siguen una estructura en 5 actos y diferentes espacios, puede haber elementos del pasado aunque no es común, o en una escena puede ser de mañana y en la siguiente de noche. También es importante recordar que durante la Edad Media predominó la Teoría de los Cuatro Humores, esto desaparece en el Renacimiento hasta Ben Johnson que la recupera en Every Man Out of His Humour, escrita en 1599. Impera también la tragicomedia, como su nombre indica, se mezcla lo trágico, lo cómico y lo novelesco. Aunque en el teatro de William Shakespeare existe una distinción más clara entre lo trágico y lo cómico, siempre hay personajes cómicos que alivian la tensión de la trama. En este sentido, se puede apreciar la influencia de la literatura grecolatina, y así, la introducción de escenas violentas, sangrientas, donde el mal se representa en estado puro.
En cuanto a la temática, hubo un auge en temas sociales tratados de manera más moderna, se hablaba de las pasiones, del amor, tabúes sociales como sexo, muerte y locura, de esta manera se crean personajes mucho más sólidos y realistas, más semejantes a las personas reales.
Otro recurso muy utilizado en el momento fue la metateatralidad, esto es el teatro dentro del teatro como manera de poder romper sutilmente la cuarta pared, para que el actor pueda hablar con el público. Los ejemplos más claros de esto son Hamlet, cuando Hamlet recrea una obra de teatro para su Claudio y así averiguar si ha sido responsable de la muerte de su padre, o en la Tempestad, en la escena del baile de máscaras.
Los poetas isabelinos más reconocidos
Christopher Marlowe (1564-1593): autor dramático y poeta. Es considerado el primer gran dramaturgo inglés. Entre sus obras se destacan Tamerlán el grande, La trágica historia del doctor Fausto y Eduardo II. Sus obras suelen presentar un personaje arrebatado por las pasiones, normalmente queriendo tener más conocimiento del que Dios permite tener y es consecuentemente castigado.
Benjamin Jonson (1572-1637): dramaturgo que se caracterizó por hacer caricaturas y sátiras de personajes de la época. En sus obras, la mayoría comedias, criticaba mediante el humor, las costumbres y creencias de las clases altas. Algunas de sus obras más importantes son Epiceno o la mujer silenciosa, El alquimista, Volpone o El zorro y La feria de San Bartolomé.
William Shakespeare (1564- 1616): poeta, dramaturgo, actor y empresario, es considerado uno de los autores más importantes de la literatura inglesa. Escribió tragedias, comedias y obras históricas que han sido adaptadas a distintos formatos y siguen representándose en la actualidad. Adapta elementos griegos y latinos, de otros autores y de la historia de Gran Bretaña, trataba temas sexuales, mágicos y mitológicos. Algunas de sus obras más representativas son: Romeo y Julieta, Hamlet, Otelo, Macbeth, Rey Lear, El sueño de una noche de verano y El mercader de Venecia.
Bibliografía
Berthold, Margot. Historia social del teatro. Madrid, Guadarrama. 1974.
Tello, Nerio y Ravassi, Alejandro. Historia del Teatro para principiantes. Buenos Aires, Era Naciente. 2006.
López Santos, Antonio. Historia del teatro inglés: desde sus orígenes hasta Shakespeare. Madrid, Asociación de Directores de Escena de España. 2013.