El denominativo Generación del 27 abarca a los poetas que surgieron hacia 1927, a razón del 300 aniversario de la muerte del poeta barroco Luis de Góngora y Argote, a quien estos escritores homenajearon y lo cual desencadenó un breve destello de neogongorismo. Estos destacados poetas, entre ellos Rafael Alberti (Sobre los ángeles, 1929), Vicente Aleixandre (La destrucción o el amor, 1935), Dámaso Alonso (Hijos de la ira, 1944), Luis Cernuda (La realidad y el deseo, 1936), Gerardo Diego (Ángeles de Compostela, 1940), Federico García Lorca (Romancero Gitano, 1928; Poeta en Nueva York, 1940; Yerma 1934), Jorge Guillén (Cántico, 1928) y Pedro Salinas (La voz a ti debida, 1928), se inspiraron en el pasado literario utilizando formas literarias como los romances, canciones populares y estructura métrica temprana, pero sobre todo, tomando como referente la poesía de Góngora.
Sin embargo, también incorporaron características formales de otros movimientos de vanguardia como el Surrealismo, el Futurismo, y el Ultraísmo, produciendo una poesía intensamente personal. De esta forma, las imágenes y metáforas, frecuentemente sin un sentido que se pudiera expresar mediante la razón, herméticas o irracionales, se convirtieron en el centro de la creación poética. La mayoría de estos poetas experimentaron con versos libres o formas exóticas extraídas de las tradiciones literarias japonesa, árabe y afrocaribeña. Al final de la Guerra Civil Española, en 1939, muchos escritores de la Generación del 27 estaban muertos o en el exilio.
La Generación del 27 estaba, teórica y conceptualmente, muy alejada de los sombríos y lúgubres pensamientos que caracterizaron la obra de algunos de los miembros de la Generación del 98. Sin embargo, y a pesar de sus diferencias estéticas y sus visiones del mundo radicalmente distintas, los miembros de la Generación del 27 sentían un tremendo respeto por sus predecesores. Esto se puede explicar por las circunstancias que ayudaron a que ambos grupos tuvieran la popularidad de la que gozaron, tanto en su época, como hoy en día, escritores que se han establecido en el canon literario de la literatura española.
Contexto histórico
Es importante establecer también el contexto histórico en el que surgió este grupo; ese momento se caracterizó por La dictadura de Primo de Rivera (España 1923-1930), La depresión de 1929 (caída de la bolsa y crisis mundial) y la proclamación de la Segunda República Española (régimen democrático entre 1931 y 1939), un momento en el que la cultura y la educación del país comenzaron a crecer hasta unos niveles sin precendentes, las mujeres tenían derecho a voto, divorcio, entre otros. Durante este periodo se crearon las misiones pedagógicas para ayudar a la España rural a recuperar el folclore y para alfabetizar a la población, una de las misiones más conocidas es la de Federico García Lorca y La barraca. Más tarde, con la Guerra Civil Española se acentuó la visión humanizada de la poesía ya que supuso un cisma en el que muchos autores regresaron a un costumbrismo literario como el del siglo diecinueve. Muchos escritores de talla internacional como Hemingway y Orwell lucharon en el bando republicano durante la Guerra Civil.
Tanto la Primera Guerra Mundial (1914-1918) como la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) tuvieron parte dentro de la influencia literaria. Sin embargo, como España durante la Segunda Guerra Mundial se hallaba en ruinas, y en la más absoluta pobreza debida a la posguerra, bajo el yugo de una dictadura fascista, tampoco fue mucha la influencia que el conflicto ejerció en los textos de esta época.
Desde la creación del movimiento hasta el año 1936, los poetas difundieron sus obras cada vez más, por lo que se consideró al movimiento como una vía de escape emocional ante los acontecimientos que acechaban a España durante esos años. En este sentido, se pueden establecer tres etapas que dividieron los estilos y formas de los escritos.
Tres momentos de la Generación del 27
- Inicial (hasta 1929): Durante esta época se da la forma poética pura, las obras de este período están marcadas por los principios de Ortega y Gasset en La deshumanización del arte: se quiere eliminar todo lo excesivamente humano y sentimental de la obra de arte. Las influencias que reciben los escritores del 27 en esta etapa serán: En primer lugar, los movimientos de Vanguardia, especialmente Ultraísmo y Creacionismo. También será un pilar fundamental para ellos la figura de Juan Ramón Jiménez ya que había conseguido depurar su obra hasta el punto de eliminar de ella todo lo sentimental y emotivo, dejándola reducida a su esencia: la palabra y la belleza de la misma. Finalmente, Luis de Góngora fue, de entre los autores clásicos, uno de los preferidos, ya que su obra también aparece marcada por la huida de lo sentimental, de lo humano. Los autores se sitúan entre el influjo de la lírica popular, la poesía tradicional y la admiración por los clásicos.
- Antes de la Guerra Civil (1929-1936): De esta corriente se incorporan fundamentalmente el uso de las imágenes y las metáforas singulares, así como el inconsciente. Durante esta época se da una forma poética más impura, esto quiere decir que vuelve la rehumanización de la literatura ya que vuelven a preocuparse por los sentimientos y preocupaciones humanas, bien existenciales o bien sociales. Las razones de esta rehumanización literaria y artística serán dos: Por un lado, el conocimiento, contacto y práctica del Surrealismo (ya que este movimiento busca destapar aquella profundidad humana: el inconsciente y, en general, toda la psique). Y por otro lado, la situación social y política de España exigió a los artistas un compromiso claro con lo que estaba pasando. El arte debía empezar a ser político y los artistas tenían que responsabilizarse políticamente.
- Después de la Guerra Civil (a partir de 1939): La guerra causa la desaparición de la generación del 27 como tal, bien por el exilio de Salinas, Guillen, Alberti y Cernuda, como por la muerte de Lorca. Es una poesía existencial y angustiada, fue resultado del final trágico. En la literatura del exilio se dará un tema común: el “paraíso perdido”, es decir, el recuerdo, la nostalgia por lo que se ha perdido para siempre (España, los amigos, la juventud, y la inocencia… ). En aquellos que permanecieron en España como por ejemplo, Gerardo Diego, Dámaso Alonso o Vicente Aleixandre hay que distinguir tendencias poéticas diferentes. En este sentido, destaca Dámaso Alonso con su libro Hijos de la ira, en la década de los cuarenta, que iniciará la corriente existencial en España.
También es cierto que algunas de las experiencias vitales que los poetas de la Generación del 27 compartían durante la época les unieron más como grupo, por ejemplo, su procedencia social era mayoritariamente burguesa y acomodada. Por ello varios de estos autores pudieron entrar en contacto antes del afianzamiento de la generación en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en este sentido, tenían estudios universitarios, hablaban otros idiomas a parte del castellano y viajaron por Europa y Estados Unidos para poder empaparse de otras culturas, lo que ayudó a la creación de textos más vanguardistas. También, era habitual que escribieran en las mismas revistas poéticas: Litoral (Málaga), Mediodía (Sevilla), Verso y Prosa (Murcia), Carmen (Santander), Parábola (Burgos), Meseta (Valladolid)… En Madrid existieron Ley (dirigida por Juan Ramón Jiménez), Residencia (la revista de la Residencia de Estudiantes), Caballo verde para la poesía (de Neruda), Cruz y Raya (de José Bergamín) y sobre todo, La Gaceta Literaria (la revista más importante del vanguardismo hispano, dirigida por Ernesto Jiménez Caballero; esta revista fue un escaparate de los ismos vanguardistas) y la Revista de Occidente, creada por Ortega y Gasset, donde se publicaron obras tan importantes como: Cántico, de Guillén, Seguro azar de Salinas, Cal y Canto de Alberti y Romancero gitano de Lorca. Estos poetas colaboraban en sus escritos, en este sentido, muchos de estos autores vivían profesionalmente de la escritura y la literatura, como profesores, editores, impresores o críticos. Es importante remarcar el hecho de que muchos presentan influencias literarias comunes, por ejemplo, la de autores como Juan Ramón Jiménez, Bécquer, autores del barroco español y el folclore (lo cual se ve en Romancero gitano y El poema del cante jondo escritos por Lorca). También se aprecia la influencia de los dramaturgos del siglo de Oro (Calderón de la Barca, Lope de Vega, Cervantes, entre otros).
Todas las características literarias que definían a la generación las definió Gerardo Diego en la introducción a la Antología de poetas del 27 que publicó en 1930, estableciendo que la principal era el equilibrio entre posturas estéticas entendidas tradicionalmente, como contradictorias. Este autor señalaba siete equilibrios que pueden encontrarse en la poesía de estos autores: Entre lo intelectual y lo sentimental, entre pureza y revolución, entre lo minoritario y lo mayoritario, entre lo culto y lo popular, entre lo universal y lo español, y, por último, entre tradición y renovación.
Temas comunes en las obras de La Generación del 27
En cuanto a las temáticas predominantes en estos textos, destacan los siguientes:
- La ciudad: El tema de la ciudad va acompañado de otros como son el confort de la vida moderna y la paradójica frivolidad en la que la sociedad se ve sumida. Se trata de una ciudad creada por los hombres donde tiene cabida todo el progreso humano. Con el tiempo esa ciudad del progreso perderá su sentido optimista en algunos autores (Lorca en Poeta en Nueva York) y se criticarán los aspectos negativos que se ven en ella.
- La naturaleza: La naturaleza que aparece en sus poemas es la cotidiana, la que puede “verse desde la ventana”, dice Dámaso Alonso. Aparece también una naturaleza asociada a los recuerdos del poeta. Lo que se conoce como “los paraísos perdidos”.
- El amor: En el tratamiento del amor aparecerá el erotismo como aspecto más característico. El amor se presentará sin inhibiciones sexuales.
- El compromiso político: Antes de 1936 la mayoría de los autores evitaron escribir poesía social y política, sin embargo, durante la Guerra Civil, prácticamente la totalidad de los autores se dedicó a la literatura de combate, defendiendo su ideología, en casi todos los casos, republicana.
- Otros temas: Aparte de los anteriores, en la poesía del grupo encontramos otros temas específicos de algunos autores: la muerte (García Lorca), la soledad (Cernuda y Emilio Prados), la nostalgia, entre otros.
El teatro y La Generación del 27
Tanto el teatro como la poesía tuvieron gran popularidad durante estos años, así, pertenecen también a la misma generación, por su edad, dramaturgos como Alejandro Casona (La dama del alba, 1944), Max Aub (Campo cerrado, 1943), Jardiel Poncela (La tourneé de dios, 1932) o Miguel Mihura (Ni pobre, ni rico, sino todo lo contrario, 1943), e igualmente algunos de los grandes poetas ya mencionados como Lorca, pertenecen a la historia del teatro español. Aparte de la renovación del teatro cómico que comenzaron tanto Poncela como Mihura, hay tres facetas que se deben destacar en la creación dramática de la Generación del 27: por un lado, se dio una depuración del teatro poético; por otro lado, se incorporaron las técnicas y lenguajes propios de las vanguardias; en este sentido, el propósito finalmente fue acercar el teatro al pueblo. Así, se dieron compañías como «La Barraca» de Lorca o «Teatro del Pueblo», dirigida por Casona, las cuales llevaban por las zonas rurales de España un repertorio variado, en el que, a parte de los clásicos, figuran títulos de un teatro estéticamente nuevo.
Entre 1923 y 1935, Max Aub escribió, en sus propias palabras, «comedias de vanguardia impropias para los teatros españoles al uso benaventiano y muñozsequista», lo que hace que sea un pionero de una revolución escénica que no fue realmente muy popular ni enraizó dentro del teatro español. Su temática gira en torno a la incapacidad del hombre para comprenderse a sí mismo, para comunicarse y hasta para entrar en contacto con la realidad. Como ocurre por ejemplo en obras en un acto como Una botella (1924), y en el drama en tres actos Narciso (1928). Otro tema implícito que aparece en los títulos es la avaricia, como en las obras Espejo de la avaricia (1927), la cual presenta algún rasgo esperpéntico (puede ser influencia de Valle-Inclán) y la Jácara del avaro (1935). Su producción más importante es la del exilio, en la que sobresalen varios dramas sobre el nazismo, la guerra mundial y sus secuelas. Así, San Juan (1943), trata sobre la persecución de los judíos; Morir por cerrar los ojos (1944), sobre la ocupación alemana de Francia; No (1952), sobre la presión que en Europa ejercen los dos grandes bloques surgidos de la guerra; entre otras.
Por otro lado, el teatro de Federico García Lorca (1898-1936) está a una altura similar a la de su obra poética y constituye una de las cumbres de la dramática española moderna, aparte de ser una obra universalmente admirada. Lorca comienza su producción teatral con su ensayo juvenil El maleficio de la mariposa (1919), algunas piezas breves o el guiñolesco Títeres de cachiporra, pero su primer triunfo en el teatro es Mariana Pineda (1925), el drama de la heroína que murió ajusticiada en Granada el año 1831 por bordar una bandera liberal, obra que está escrita en verso. El teatro será su actividad preferente en los seis últimos años de su vida: entre 1930 y 1936 compone las obras que le han dado toda su fama. La temática profunda de todas ellas está totalmente unificada, y no es distinta de la que se puede ver en su poesía. El hispanista francés A. Belamich la ha resumido con dos fórmulas: «el mito del deseo imposible», «el conflicto entre la realidad y el deseo». Lorca escenifica amores condenados a la soledad o a la muerte, casi siempre encarnados en mujeres, con un aspecto particular como el de las ansias insatisfechas de la vida. Pero no se trata sólo de un teatro feminista: se trata de la tragedia del sujeto que está condenado a una vida estéril, a la frustración y al hastío vital. Y lo que frustra a los personajes se sitúa, unas veces, en un plano metafísico (el tiempo, la muerte); otras veces, en un plano social (los prejuicios de casta, los yugos sociales). Todos estos temas se pueden ver representados perfectamente en sus tres tragedias rurales que son Bodas de sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936). En la primera, Yerma, la pasión desborda las barreras sociales y morales, pero desemboca en la muerte. La segunda es el drama de la esterilidad forzosa: La casa de Bernarda Alba es, sin duda considerada como la pieza maestra del teatro lorquiano: en este drama de mujeres en los pueblos de España, se condensan las grandes obsesiones del autor. El marco cerrado, sofocante, el luto impuesto y la prohibición de salir a la calle acentúan un erotismo trágico y una invencible fatalidad que tiene raíces sociales concretas: el orgullo de casta y la moral del honor, representados por la inmensa figura de Bernarda. Frente a ella, sus hijas, en actitudes que van desde la sumisión (Magdalena) a la rebeldía (Adela). Pero la muerte será, una vez más, la condena impuesta a las ansias de vida plena. La tercera, Bodas de Sangre cuenta la historia, una vez más de dos novios que se ven separados, de nuevo, por el honor, la casta, y que se ven desbordados por la sexualidad, finalmente, terminando en tragedia.
Finalmente, en 1927, inicia su carrera teatral Enrique Jardiel Poncela (Amor se escribe sin hache 1931, Eloísa está debajo de un almendro 1940). El teatro era para Poncela el reino de lo inverosímil, de lo absurdo, de lo fantástico, en contra del realismo de lo cotidiano o de las obras costumbristas propias del teatro burgués. Poncela quiere renovar la risa, su humor de más bien intelectual y más abstracto que el que se desarrollaba en la época. En este sentido se consideraba un renovador del teatro cómico. Le apasionaban las películas de Buster Keaton por las numerosas situaciones inverosímiles, aunque reales, que planteaba en sus películas. Los diálogos están plagados de ingenio, frases fáciles, ironías, equívocos y paradojas. Cada tema se convierte en una caja de sorpresas que provoca las risas de los espectadores, sin apelar nunca a tópicos ni recursos vulgares. Sus obras están compuestas por personajes clásicos o arquetipos: el galón, la dama y el gracioso, pero más bien desde la excentricidad y estos personajes no caen nunca en la gracia fácil. Otro autor que se estrena en 1932 es Miguel Mihura quien escribe Tres sombreros de copa, cuyo estreno no se realizó hasta veinte años después. Por lo general, estos autores se sitúan más bien dentro del teatro de posguerra.
Dentro de esta generación se da una vertiente de mujeres escritoras a quien se les conoce como Las Sinsombrero. Su nombre viene de cómo Margarita Manso y Maruja Mallo fueron apedreadas por pasear sin sombrero por la Puerta del Sol en Madrid en los años 20. Este hecho transcurrió en una época en la que no llevar puesta esta prenda, utilizada tanto por hombres como por mujeres de forma cotidiana, representaba un acto transgresor (rebeldía, homosexualidad…). Con este gesto, nueve jóvenes españolas rompieron con las normas tradicionales a las que las mujeres estaban sometidas en la época, no sólo fue el hecho de quitarse el sombrero, sino el significado que se le dio a ese acto. La denominación de “las Sinsombrero” fue acuñada en 2015 por unos productores de cine interesados en narrar el talento de estas artistas. Para ello, desarrollaron el proyecto audiovisual ‘Imprescindibles, las sinsombrero’ con el objetivo de dar voz a un grupo de mujeres que habían sido silenciadas en la historia de España. A este grupo pertenecieron Ernestina de Champourcín (Presencia a oscuras 1952), María Teresa León (Contra viento y marea – 1941), Concha Méndez (Surtidor 1928), María Zambrano (Filosofía y poesía – 1939), Rosa Chacel (Estación, ida y vuelta – 1930), Josefina de la Torre (Versos y estampas – 1927), Margarita Gil Roësset (escultora), Margarita Manso (pintora) y Maruja Mallo (pintora)
Bibliografía Recomendada
Pardo, Díaz Felipe. Breve Historia de La Generación Del 27 (Spanish Edition). 1st ed., Ediciones Nowtilus, 2018
Autores, Varios. La Generación Del 27. Edición, Ediciones Cátedra, 2014.
Pardo, Díaz Felipe. Breve Historia de La Generación Del 27 (Spanish Edition). 1st ed., Ediciones Nowtilus, 2018.