El libro de fotofisiología, titulado El Origen de la vida, juventud y vejez y escrito por Luis Castells Tohá que he descubierto en la biblioteca Jaume Fuster de Barcelona es uno de los más interesantes y extraños con los que me he topado.
{Para escribir esta reseña he leído la edición (tal vez la única) de Ediciones CEDEL, 1992, Barcelona}.
El libro está lleno de errores ortográficos y tipográficos, y muy posiblemente esta fue la única edición, producida por una editorial que probablemente ya no existe y que hizo una publicación de baja calidad. Sin embargo, el contenido tiene el gran valor de ser un resumen «a nivel usuario» sobre la fotofisiología y el trabajo científico del autor, Luis Castelles Tohá (Barcelona 1911), quien avanzó en este campo y publicó acerca del efecto espectro retino hormonal.
Es evidente que la publicación es un encargo, casi una autopublicación; tal vez por lo polémico de su acercamiento científico no tuvo posibilidades de ser financiado por una editorial grande. Su aproximación a la fotofisiología se basa en la acción de los fotones sobre los organismos vivientes y los biofotones alojados en el ADN en tanto partículas de energía determinantes para el origen y reproducción de la vida. Su investigación tuvo como referente el trabajo de Albert Popp y el descubrimiento en 1975 de los biofotones en el ADN.
Vida espontánea vs darwinismo
El libro empieza reflexionando sobre lo que se pensaba en la antiguedad acerca del origen de la vida. Los Jonios creían que el universo estaba vivo y que los organismos se originaban en los lodos marinos por acción del sol y del aire. Aristóteles sugirió que los animales surgían de la materia inanimada por intervención de un alma. Finalmente L. Pasteur probó que habían microorganismos en el aire y echó por tierra las teorías de generación espontánea (sostenidas por Paracelso, Newton, Descartes, Leouwenhoek).
Lammark (philosophie zoologique), Cuvier y Darwin postularon la evolución y el origen de las especies, y especialmente éste último sentó las bases de las explicaciones más aceptadas hoy. Castells Tohá señala la crítica al darwinismo como una teoría que no cuenta con pruebas claras de la evolución por grados continuos. Los «eslabones» de conjunción entre una especie y otra no se han hallado con claridad. También comenta que la herencia nunca es absoluta y que las mutaciones siempre se dan entre la misma especie. Para el autor ninguna explicación ha tenido en cuenta la acción de los fotones, y según él todavía está todo por explicar.
Me hace pensar que desde siempre el ser humano ha creído en el sol como principio de la vida (pienso en Omuz y su representación con la luz y el fuego en el mazdeismo), y es posible que la intuición de Castells Tohá esté bien encaminada, y que los fotones tengan más efecto de lo que creemos.
Clorofila y Fotofisiología
«La molécula de clorofila es un pigmento que convierte el 75% de la luz absorbida en energía química, glucosa, almidón, etc». En los cloroplastos un electrón absorbe un fotón y salta a un nivel energético más alto. La molécula de clorofila selecciona las longitudes de onda que puede absorber: las 6600 – 6800 y las 5000 – 4500 Angström (estas mismas son las que puede emitir).
La energía que absorben las plantas directamente del sol es una evidencia del efecto de los fotones en la vida. Las plantas han hecho posible el ecosistema que existe gracias a esta «digestión del sol». Para la naturaleza, dice el autor «no existe el tiempo, ni seres grandes ni pequeños. Solo existen formas vivientes, acumuladoras de energía fotónica» (p. 71)
«La vida es una absorción-emisión a nivel molecular de energía fotónica proveniente del sol»
El primer espectroscopio construido en 1817 por Fraunhofer permitió observar la amplitud del espectro solar, y más tarde Kirchoff y Buhsen explicaron que todo elemento absorbe la radiación que es capaz de emitir. Para el autor estas referencias están a la base de la discusión puesto que la vida sería una absorción – emisión de de energía fotónica proveniente del sol.
El fototropismo (ejemplos en girasoles, troncos de olivos, concha de caracoles, remolino en la coronilla de la cabeza) muestra que la vida persigue al sol de izquierda a derecha.
ADN, biofotones, fotofisiología
El autor habla de los presuntos rayos mitogenéticos, que serían radiaciones en la división celular que no se han logrado documentar ni probar. Pero más importante, sería el descubrimiento de que las moléculas de ADN estarían repletas de biofotones. El biofotón de Albert Popp podría ser uno de los descubrimientos más importantes de la historia, pero aún no es aceptada por el pleno de la comunidad científica.
Castells Tohá comenta que hay una cantidad importante de energía contenida en el ADN, y que al morir una célula, esta irradiaría 100 veces su capacidad normal. Afirma que en la división celular la separación de la cadena de ADN es posible gracias a la acción de esta energía contenida en forma de biofotones: «las moléculas de ADN serían la forma biológica de la luz«.
Cada gen almacenaría las 3500 longitudes de onda visibles del sol (de los 3900 Angström a los 7400 Angström).
Vejez y fotofisiología
El envejecimiento tendría algo que ver con la regulación fotónica y su absorción por lo ojos. Dice el autor que a los 45 años empezaría el predominio de una absorción del espectro de 3800 a 5500; en la vejez habría una menor absorción de las radiaciones de 5550 a 7000 Angström.
Desde siempre el ser humano ha tenido la misma capacidad de ser un poco más que centenario; otra cosa es que el promedio de la esperanza de vida haya aumentado en las últimas décadas debido al contexto socioeconómico de la vejez. El autor comenta que ha sido la falta de interdisciplinariedad lo que retrasa la comprensión del envejecimiento.
«Somos una forma viviente de actuaciones fisiológicas superpuestas» que cambia día a día. No somos los mismos de un día a otro, y la acumulación de «errores» conduciría al envejecimiento. Errores de información en la replicación del ADN.
Desde el siglo XIX investigadores como E. Brown – Sequard (se inyectó extracto de testículo de perro en la pierna) buscaron en células más jóvenes un posible rejuvenecimiento. Desafortunadamente, nunca hubo resultados claros.
Por otra parte, parece haber una relación entre la frecuencia del parpadeo (penetración de la luz por los ojos) y la longevidad. Los que más parpadean viven más años. En el caso del ser humano, es en promedio 15 veces por minuto. Los seres vivos, depósito de energía fotónica inmersos en múltiples radiaciones electromagnéticas, posiblemente deban al sol su reproducción tanto como su envejecimiento.
Corolario: El libro aquí comentado tiene en su anexo final una breve reseña del efecto espectro retino hormonal, y de los experimentos que Castells Tohá realizó en el campo de la curación del cáncer.
- Luis Castells Tohá en la Biblioteca Nacional de España