Leyendo las obras completas de Augusto Monterroso

Libro de Obras completas Augusto Monterroso
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El libro que he leído lleva el título Cuentos, fábulas y Lo demás es silencio. Es mi primera experiencia con la obra de Augusto Monterroso. Se trata de una compilación publicada por el diario El País en el año 2006. La publicación reúne estos títulos: Obras completas y otros cuentos (1959), Movimiento perpetuo (1972), La palabra mágica (1983), La oveja negra y demás fábulas (1969) y Lo demás es silencio (1978). Esta edición de El País es muy representativa de la obra completa de Augusto Monterroso, aunque no incluye todos los relatos originalmente publicados en el libro La palabra mágica.

El libro consultado para escribir este breve análisis literario es:
MONTERROSO, Augusto. Cuentos, fábulas y Lo demás es silencio. El País. Madrid. 2003. 411 páginas

Uno de los rasgos más frecuentemente comentados sobre la escritura de Monterroso es su ironía y aparente falta de seriedad. Sus relatos son de doble filo y bajo un juego aparente de absurdos un tanto kafkianos, reposa una inteligencia literaria notable. “A sus libros hay que leerlos manos arriba: su peligrosidad se funda en la sabiduría solapada y la belleza mortífera de la falta de seriedad” comentó Gabriel García Márquez a propósito de Monterroso. “Monterroso fue un destilado de la mejor prosa escrita en la América Latina del siglo XX: lo que a unos nos tomaba 100 páginas a él le tomaba una frase” dijo Carlos Fuentes.

Mr Tylor es el primer cuento del libro y es el que más “sentido social” tiene, según se ha dicho en diversos estudios. Monterroso lo escribió en 1954, movido por razones políticas, cuando el gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán en Guatemala fue muy atacado por los Estados Unidos debido a las reformas democráticas que había adelantado. El cuento trata sobre el creciente comercio de cabezas reducidas exóticas exportadas a Nueva York desde un país latino. Claramente es una metáfora de la explotación de “productos exóticos” para satisfacer el entretenido mercado norteamericano, siempre a costa del bienestar social y económico de los países no industrializados. Esta reflexión social en los escritores del boom latinoamericano es muy común en aquellas décadas; por ejemplo, la primera novela de García Márquez, La hojarasca (1956), denuncia la explotación socioeconómica de empresas americanas en Colombia.

“A sus libros hay que leerlos manos arriba: su peligrosidad se funda en la sabiduría solapada y la belleza mortífera de la falta de seriedad”

Gabriel García Márquez a propósito de Monterroso

Otros cuentos como Uno de cada tres, Primera dama, El eclipse, Diógenes también, El Concierto, No quiero engañarlos, El Centenario, Bajo otros escombros, La vida en común, tiene unos personajes de perfil negativo y/o que sufren, que están envueltos en una contradicción, que mendigan compasión o tienen baja autoestima. Por ejemplo, en El Centenario, el hombre más alto del mundo sueña con ser un enano; En No quiero engañarlos, la actriz confiesa que ha recibido el papel por un enchufe, no porque sea actriz profesional, confesando no estar a la altura del arte dramático. ¿Por qué observaba Monterroso esa humanidad doliente, penosa, afligida, afectada por los dramas cotidianos? La contradicción y el “drama interior” es uno componente central en los personajes de Monterroso.

En el cuento Llorar orillas del río Mapocho Monterroso también presenta el perfil de un escritor sin mucha autoestima que hace una prueba, tortuosa, para traducir un cuento para una editorial en Chile. Vale la pena citar lo siguiente: “Para un latinoamericano que un día será un escritor las tres cosas más importantes del mundo son: las nubes, escribir y, mientras puede, esconder lo que escribe. Entendemos que escribir es un acto pecaminoso, al principio contra los grandes modelos, enseguida contra nuestros padres, y pronto, indefectiblemente, contra las autoridades.” (2003:152). Lo anterior hace recordar esa calidad transgresora de la escritura en una época en la que dictaduras, golpes de estado y conservadurismo colonial arreciaban en Latinoamérica. Otros escritores y artistas latinoamericanos tuvieron que exiliarse en la segunda mitad del siglo XX por sus palabras. Por ejemplo, los músicos Caetano Veloso y Gilberto Gil en Brasil y Mario Benedetti en Uruguay, solo por nombrar algunos. Llorar orillas del río Mapocho tiene algo de autobiográfico: Monterroso en realidad estuvo trabajando en Chile. En el cuento el personaje narra qué piensa y siente y por qué fue a llorar a orillas del río. Cuenta un momento cotidiano personal, una vivencia, y lo que importa es los pensamientos acerca de eso que comparte al lector y la conexión de ese tema tan corriente con otros temas corrientes, los cuales todos juntos, dejan ver que esas vivencias y pensamientos “leves” son algo en realidad muy profundo.

Lo demás es silencio sería su trabajo más autobiográfico, según él mismo lo reconoció. Pero no debe entenderse autobiográfico de forma literal, sino literaria. Hay elementos, rasgos, que reflejan al autor en el protagonista de este libro, Eduardo Torres, pero de forma irónica, burlesca, finamente poco seria. Tal vez era una manera sabia de reírse de sí mismo.

Del relato El dinosaurio se dice que es el más corto de la literatura: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Un relato ideal para una lectura psicoanalítica. Monterroso comentó en más de una entrevista que los relatos El dinosaurio, Fecundidad y sus fábulas le valieron la fama de escritor de microrrelatos, mejor dicho, el encasillamiento de escritor de relatos breves; en su defensa, recordó que muchos de sus relatos eran extensos y otros de extensión promedio. Adicionalmente, al leer este libro me ha sorprendido su inclinación a los párrafos largos; algún cuento es solo un párrafo largo. Me gustan los párrafos largos porque son más cercanos a ese grifo abierto que muchas veces es el pensamiento, el cual no respeta los signos de puntuación.
Monterroso trata en su literatura “la insondable tontería humana”.

“Monterroso fue un destilado de la mejor prosa escrita en la América Latina del siglo XX: lo que a unos nos tomaba 100 páginas a él le tomaba una frase”

Carlos Fuentes

Augusto Monterroso es uno de los escritores guatemaltecos más altos y tiene un lugar destacado entre los escritores de lengua castellana. Conozco a una amiga de Monterroso y de su esposa, la también escritora Bárbara Jacobs, y me ha revelado que Monterroso era un hombre jovial, sereno, un autodidacta con un ego bien domado e inteligencia desbordada. En las diversas entrevistas que dio para la televisión, se nota a leguas que era una persona culta, mesurada, serena, un creador y un atento observador de la naturaleza humana. Monterroso trata en su literatura “la insondable tontería humana”, como él mismo lo había declarado, sobre la cual ironiza, parodia y critica. Esto es muy evidente en La oveja negra y otras fábulas.

En las obras completas de Augusto Monterroso también se puede encontrar algo de su talento gráfico. Por ejemplo en el relato Día mundial del animal viviente (título que además refleja esa ironía en su obra).

Hay cosas absurdas que enlazan directamente con una visión muy kafkiana de la literatura. En el cuento La cena los personajes están esperando a que Kafka llegue a una cena. Leopoldo (sus trabajos) también es un cuento con un personaje “negativo” en el sentido en que es un escritor fracasado. He tomado nota de una frase memorable: “El escritor que más se parece a Dios, el más grande creador, es don Juan Varela: no dice absolutamente nada. De esa nada ha creado una docena de libros” (2003: 61). Recuerda al propio Monterroso. Este cuento también conecta con los cuentos de Bolaño en los que trata el tema del escritor que difícilmente sobrevive. A su vez, este tema conecta con el cuento del Kafka El artista de la cuerda floja.

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Autor: El come libros

De la familia Liber Devoratoribus, un come libros promedio que necesita ingerir diariamente una cuota de letras para subsistir. Ese alimento lo digiere, transforma y entrega en forma de reseñas y análisis de libros.

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