Leyendo La más recóndita memoria de los hombres

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Mohamed Mbougar Sarr ha logrado forjar con “La más recóndita memoria de los hombres” una novela seria, bella, profunda, sólida, que combina dos recursos centrales. Uno literariamente atractivo, diría yo, y otro político. Resulta atractivo que el protagonista, Diégane Latyr Fage, sea un joven escritor senegalés instalado en el París del siglo XXI siguiendo la pista de otro escritor senegalés, pero del pasado siglo XX; un escritor presuntamente fallecido y casi olvidado, desaparecido y conocido como T.C. Elimane. A finales de la década de 1930 este autor había generado admiración y polémica con su novela, pero en los albures de la Segunda Guerra Mundial había desaparecido sin dejar rastro. Mohamed Mbougar Sarr, en ese orden de ideas, ha escogido como epígrafe un pasaje de la novela “Los detectives salvajes” que encaja excelentemente en “La más recóndita memoria de los hombres”. Por otro lado, al seguir la pista de aquel escritor, etiquetado por la crítica como “el Rimbaud negro”, el protagonista desentraña y expone a través de su periplo uno de los mecanismos centrales del armatoste de la historia global reciente: la colonización de África, el tufo de discriminación, el racismo y su efecto sobre los individuos (y comunidades). Este tufo, está ahí, todos lo olemos; esta novela nos lo recuerda y es un ejemplo de cómo la literatura refleja (o desarrolla) todas nuestras historias y nuestros matices: religiosos, amorosos, políticos, etc. Esta novela es un tipo de diario, en el que el protagonista consigna su búsqueda. Recordando la obra de Roberto Bolaño, Mohamed Mbougar Sarr también profundiza en esta obra sobre la necesidad de escribir y sobre el significado profundo de la literatura, o dicho de otro modo, sobre la tozudez implícita en el acto de escribir y su confrontación con la vida.

Para hacer esta reseña he leído esta edición

  • Mohamed Mbougar Sarr
  • LA MÁS RECÓNDITA MEMORIA DE LOS HOMBRES
  • Anagrama
  • Barcelona
  • 2022
  • Título original en francés: La plus secrète mémoire des hommes
  • Traductor: Rubén Martín Giráldez
  • Premio Goncourt 2021 (Francia)

Desde el inicio se evoca a T.C. Elimane, autor de un singular libro titulado “El laberinto de lo inhumano”; una obra magnética no solo por su calidad literaria sino por su capacidad de influencia, una literatura que se adhiere, contamina o resuena en aquellos que la leen. Además, es un libro escurridizo, agotado. Al tirar del hilo, Diégane conoce a Maréme Siga D., una escritora consagrada y también oriunda de Senegal; ella es un personaje central en la narración y le confía a Diégane su propia historia, revelándole quién era T.C. Elimane, originalmente llamado Elimane Madag, hijo de Senegal, de lengua serere, hijo de Mossane y de Asane Koumakh. Éste último, su padre, fue el primero de una aldea en ser educado por la misión católica francesa y, por lo tanto, un hombre que había ido por convicción (o alienación) a luchar por Francia en la Gran Guerra de 1914. Elimane era sobrino de Ousseynou Koumakh, un vidente, un sabio que había completado su propia formación con un Sufí. Paralelamente a la educación católica que Elimane había recibido, su tío Ousseynou le había inculcado otros principios más tradicionales y propios de la mística local. “Sabía, desde muy temprana edad, dejarse invadir por el silencio” (2020: 170) decía Ousseynou Koumakh de Elimane.

La búsqueda del Diégane va descubriendo, muy poco a poco, a Elimane Madag. Perseguir sus pocas huellas despierta curiosidad y seguimiento en el lector; la novela va evocando a un personaje a partir de fragmentos, entrevistas antiguas hechas hace más de 40 años, recuerdos de personas mayores y artículos en periódicos olvidados. Una de las personas que lo había conocido da luces sobre la vida de Elimane en Argentina después de la Segunda Guerra, donde buscaba al verdugo nazi de su amigo, un judío francés que había publicado su libro “El laberinto de lo inhumano” hacía tantos años.

Es una novela interesante sobre la esencia misma de la literatura y que construye en la figura de T.C. Elimane un enigma en el que creación literaria, tradición africana, colonialismo y Segunda Guerra Mundial se mezclan. Es una novela con perspectiva histórica pero reflexiva sobre la notoriedad de los escritores de la periferia global que asaltan con su calidad al centro cultural y al centro comercial.

Regresar a África en La más recóndita memoria de los hombres

Hay otro joven escritor africano, amigo de Diégane, que tiene su lugar importante en la novela: Musimbawa, un prometedor autor congolés que en algún momento regresa a su país, porque las historias traumáticas, vitales, que ocurrieron allí son la misma razón para volver y escribir desde la fuente. También T.C Elimane encarna la idea del retorno a la patria colonizada, y el mismo Diégane también regresa a Senegal en un momento de revueltas populares disparadas por el suicidio a lo Bonzo de una activista. Maréme Siga D. llamada la Araña Madre, también había regresado a Senegal, aunque no para siempre, pero afirma que en sus obras hay un retorno a sus experiencias en su pueblo y en Dakar.

La novela de Sarr me ha hecho pensar que en la literatura siempre hay un regreso. Solo se puede escribir acerca de lo que uno ha vivido, había dicho Borges. Pero siguiendo el análisis político, también me ha hecho pensar en la opción que significa “regresar” para una persona que ha migrado desde África, Latinoamérica o Asia a un país como Francia. Regresar o no, en realidad es una opción de vida, puede ser una expresión de lo que uno quiera, regresar como acción nostálgica y romántica, regresar a la periferia y al campo como ejercicio anticapitalista, regresar como ejercicio anticolonial, regresar por todo tipo de dificultades, regresar por sentido de pertenencia. O no regresar nunca. Maréme Siga D. dice a propósito: “Entonces escribiré cómo traicionamos a nuestro país, es decir: cómo escogimos por territorio no el país natal sino el país fatal, la patria a la que nuestra vida profunda nos destina desde siempre, la patria interior” (2022: 308).

Esta novela también es sobre la tradición, la herencia, los antepasados, la sangre heredada que precede a los individuos. Osseynou Koumakh enseña a Elimane las bases del Corán y la cultura tradicional de Senegal, el culto a Roog Sèn y a los pangoles, los espíritus de los antepasados. En parte, dejar el país de origen, alejarse de la cultura de origen genera una tensión con la supervivencia de las tradiciones. En la distancia ¿es posible olvidarlas? ¿las reemplazo, las reproduzco, las ignoro? Esta novela tiene una conexión muy estrecha con “La aventura ambigüa”, la icónica novela de 1961 escrita por Cheikh Hamidou Kane. En ella, Samba Diallo también está afectado por la tradición y la nueva educación de la colonización francesa; viaja a París para profundizar en sus estudios y cultura occidental y allí se enfrenta a la posibilidad de quedarse o regresar.

“Nosotros somos los verdaderos fantasmas de nuestra historia, los fantasmas de nuestros fantasmas”. Le dice Siga a Diégane, que está persiguiendo el pasado de Elimane (ella también lo había hecho).

Un párrafo memorable en esta novela:

Diégane busca a Elimane para responder una pregunta propia acerca del acto de escribir, acerca de la literatura y el volcado de sí que ocurre en la creación literaria. En su búsqueda intenta explicar a un librero de qué trata la novela “El laberinto de lo inhumano”, y éste le responde:

Te voy a dar un consejo: nunca intentes decir de qué habla un libro. O, si lo haces, te digo la única respuesta posible: de nada. Un gran libro no habla nunca de otra cosa que de nada. Y sin embargo está todo en él. No vuelvas a caer en la trampa de querer decir de qué habla un libro que percibes que es grande. Esa trampa es la que te tiende la opinión. La gente quiere que un libro hable necesariamente de algo. La verdad, Diégane, es que solo un libro mediocre o malo o banal habla de algo. Un gran libro no tiene tema y no habla de nada, solamente busca decir o descubrir algo, pero este solamente ya lo es todo, y este algo también lo es todo.” (2022: 48).

Nombres:

Diégane Latyr Fage, T.C Elimane, Musimbawa, Mossane, Asane Koumakh, Ousseynou Koumakh, Maréme Siga D. son nombres que no están muy cerca de las culturas y referentes en lengua castellana. Este solo hecho me ha parecido expresivo del desconocimiento que tengo de las culturas africanas. De alguna forma, novelas como “La aventura ambigüa” o “La más recóndita memoria de los hombres” presentan estos personajes, algunos arquetípicos, y estas historias que en las excolonias francesas se conocen y hacen parte de la memoria de las familias. Diría que no hay tanta literatura sobre la migración Latinoamérica a Europa, pero si sobre aquellos que viajan a hacer “el sueño americano”, un ejemplo de eso es “De cómo las muchachas García perdieron el acento” de Julia Álvarez.

Los Detectives salvajes en el epígrafe de La más recóndita memoria de los hombres

Este es el epígrafe de la novela mencionada. Un párrafo magistral escrito por Roberto Bolaño en Los detectives salvajes, un párrafo sobre cierta fenomenología de la obra literaria, y por extensión, cualquier objeto, cualquier obra:

Durante un tiempo, la Crítica acompaña a la Obra, luego la Crítica se desvanece y son los Lectores quienes la acompañan. El viaje puede ser largo o corto, luego los Lectores mueren uno por uno y la Obra sigue sola, aunque otra Crítica y otros Lectores poco a poco vayan acompasándose a su singladura. Luego la Crítica muere otra vez y los Lectores mueren otra vez y sobre esa huella de huesos sigue la Obra su viaje hacia la Soledad. Acercarse a ella, navegar a su estela es señal inequívoca de muerte segura, pero otra Crítica y otros Lectores se le acercan incansables e implacables y el tiempo y la velocidad los devoran. Finalmente, la Obra viaja irremediablemente sola en la Inmensidad. Y un día la Obra muere, como mueren todas las cosas, como se extinguirá el Sol y la Tierra, el Sistema Solar y la Galaxia y la más recóndita de los hombres” (Roberto Bolaño. Los detectives salvajes).

Comentarios en la contracubierta de la novela La más recóndita memoria de los hombres de Sarr

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