Bajo el título «Diván» Clara Janés (Barcelona, 1940) ha hecho una exquisita y representativa selección de poemas de Yunus Emre, un autor turco del siglo XIV. «Diván» quiere decir Antología. Para el que no conoce el contexto histórico de la poesía en la Anatolia Selyúcida de los siglos XIII, XIV y XV, la introducción de Clara Janés permite ubicarse un poco mejor en el campo de la poesía sufí de esa época, en esa parte del mundo. Y, sobre todo, permite acercarse con más conocimiento a la poesía de Yunus Emre, la cual hace parte de esa literatura mística o derviche, junto a la cual sobresale el nombre de Yalāl al-Dīn Rūmī. En la poesía de Yunus se observa una influencia de la poesía persa y se cree que habría tenido contacto con aquel reconocido sufí en la región de Konya.
Yunus Emre. Diván
Selección, traducción y palabras preliminares de Clara Janés
Ediciones del Oriente y el Mediterráneo
Guadarrama – Madrid. 2013
Edición bilingüe
92 páginas
Pero el maestro directo de Yunus fue Taptuk Emre, otro notable sufí. Como mucha de la poesía mística y sufí, los cantos de Yunus también persiguen la unión mística del individuo consciente con el todo, con el dios, a quien Yunus se refiere como el “Amigo”. La incansable declaración de la unión de la parte con el todo:
“No nos quedemos en la mirada,
¡vayamos, oh alma, hacia el Amigo!
No perezcamos en la nostalgia,
¡vayamos, oh alma, hacia el Amigo!
En otro poema Yunus usa la figura, comúnmente utilizada, del ave en la jaula:
“Testigo es Dios de estas palabras:
del cuerpo es huésped el espíritu.
Un día el pecho dejará
como el pájaro deja la jaula.”
Pero para Yunus, Dios reside en el ser humano, en el ser, y allí mismo lo encontrará; y la maldad es entonces todo lo que aparta al ser de sí mismo. Solo profundizando en uno mismo se encuentra el alma. El amor por el otro, entonces, es algo sagrado.
“No podía distinguir
de la del ciprés tu altura,
los aros de tus orejas
pusieron fin a mis dudas.
Yunus vio a Dios en tu rostro
manifestarse.
Dios en ti se hace visible,
no hay que apartarte.”
“Emre” es un término que significa “enamorado”, apelativo a los Bardos de Dios, quienes, comenta Janés: “unían a su ascetismo la actividad poética somo instrumento de propaganda” (2013: 16). Estamos hablando principalmente de una literatura oral, que era recitada y/o cantada más que escrita o leída.
También explica esta estudiosa que la poesía de Yunus ayudó a fijar el idioma turco coloquial, la lengua que hablaba el pueblo, el turco oğuz occidental. De hecho, la publicación tiene el mérito de presentar una edición bilingüe, gracias a la cual sobresale la rima, los estribillos y la musicalidad en su idioma original. Especialmente destaca el uso de la métrica silábica tradicional. Dice Janés que recuerda al dikr, la salmodia repetitiva del nombre de Alá que permitía alcanzar una suerte de éxtasis (2013 :19). En castellano esta riqueza rítmica se pierde un poco pese a los esfuerzos de la traducción, también hecha por Clara Janés.
Los poemas de Yunus, como también los de Rūmī, insisten y redundan en perseguir la unión mística; son una “espiral mística” dice Janés. Yunus también tenía mucho de humanista y universalista, perseguía la justicia social y reaccionaba frente a la desigualdad y corrupción de su época. El desasosiego del poeta frente su mundo dolido, que se dirige al abismo, es tal vez una constante en diversas historias y tradiciones.
Janés cita a Mehmet Kaplan, cuando dice acerca de Yunus que “el tiempo es la expresión del alma trascendiendo al cuerpo”. Se trata de una expresión que habla del existencialismo de Yunus, del sufí que aboga a vivir la vida eterna en el instante. Yunus también da cuenta del carácter heterodoxo del sufí respecto a Dios, “sin mezquita es nuestro culto”, canta.
“Ansiaba a Dios y lo encontré, ¿y luego qué?
Día y noche lloré, después reí, ¿y luego qué?”
Pero, en realidad, no hay un “luego”. Esa unión es Sartori, un momento perpetuo, un estado antes y después del tiempo.
“Permanente no puede ser el mundo.
Abre tu ojo y a tu alma advierte
y sé mi compañero, tú, y mi amante.
¡Vayamos, oh alma, hacia el Amigo!