El Eutifrón es uno de los diálogos tempranos de Platón y que lleva el nombre de Eutifrón del demo de Prospalta, un tipo de adivino (un “mantis”) que afirma anunciar cosas relacionadas con lo divino y que están por llegar. Eutifrón también afirma que la gente a menudo se ríe de él. Éste es un típico diálogo en el que, con razonamiento lógico, cuidando el significado de las palabras, preguntando, ironizando y filtrando contradicciones para llegar a la verdad, Sócrates y Eutifrón abordan el tema de la piedad y la impiedad. Es un texto en el que solo hay dos personajes, Sócrates y Eutifrón, y que bien refleja la mayéutica socrática.
La pregunta que guia el intercambio de ideas entre filósofo y adivino es ¿Qué es lo pío y lo impío?, a partir de lo cual Sócrates busca “el carácter propio por el que las cosas son pías o impías” (6a). Quién más idóneo para responder esta cuestión que un mantis, experto en lo divino y en lo pío. Este diálogo, como muchos otros, aborda una cuestión ética, del comportamiento humano, en tanto que los actos piadosos serían aquellos que agradan a los dioses. Lo anterior, es el punto de partida y el punto de llegada de un diálogo que ejecuta un bucle. Hay traducciones en español que en lugar de lo “pío” hablan de lo “santo”, pero este último concepto no se adecúa bien a lo que se narra en el diálogo, ni al contexto de Eutifrón y Sócrates.
Este análisis ha tomado como base la siguiente edición:
PLATÓN. Diálogos. Tomo I. Editorial Gredos. Madrid. 2000
– Introducción general de Francisco Lisi
– Traducción y notas de Julio Calonge Ruiz (cofundador de la Editorial Gredos en 1945) Emilio Lledó Iñigo y Carlos García Gual.
– 454 páginas
Lo pío y lo impío también es central en la acusación contra Sócrates, desarrollada en el diálogo Apología de Sócrates. En Eutifrón Sócrates menciona que “un tal Meleto” le acusa de corromper a los jóvenes y de ser “un creador de dioses, y según él, presentó esta acusación contra mí porque hago nuevos dioses y no creo en los antiguos” (3b). La acusación contra Sócrates y la cuestión por la piedad tienen un carácter religioso, pero no de “santidad”.
Se entiende que la conversación con Eutifrón habría tenido lugar antes de que ocurriera el juicio; se considera a este diálogo un preámbulo de la apología. Eutifrón le dice a Sócrates que la acusación de Meleto podría tener relación con “el espíritu que tú dices que está contigo en cada ocasión”. Este espíritu es mencionado por Sócrates en varios diálogos, por ejemplo, en Apología 40a cuando dice que, frente a la posible condena a muerte, el “espíritu divino” que le acompaña no había dado señal alguna que le impidiera ir al juicio, como si se tratara de algo bueno.
Soy infatigable en las preguntas a los que saben
Sócrates
Sócrates y Eutifrón se encuentran por casualidad en el pórtico del edificio del Arconte Rey, donde se trataban causas sobre temas religiosos, de culto o de sangre (parentesco). Eutifrón explica a Sócrates que está allí acusando a su propio padre de homicidio, sorprendiéndose de que Sócrates suponga que el homicidio implica a algún familiar y no a cualquier muerto, cuando lo que cuenta en ese momento es la justicia o injusticia y no el parentesco. El caso de Eutifrón es complejo: un jornalero borracho ha degollado a un criado de su padre, entonces él lo ata y lo echa a una fosa esperando a tomar acción después de la consulta con un exegeta. Pero todo tarda y el jornalero muere atado. Eutifrón, fiel a las causas divinas y a la piedad, acusa a su padre porque ha actuado mal, ganándose la bronca de su propia familia. “Saben mal, Sócrates, cómo es lo divino acerca de lo pío y lo impío” (4e), dice. Frente a los dos acontecimientos que se encuentran aquí, la acusación de Eutifrón contra su padre y la acusación de Meleto contra Sócrates, éste último se pregunta si no valdría la pena hacerse discípulo de Eutifrón y llegar a contradecir con más argumentos a Meleto.
Bien. Eutifrón defiende que, básicamente, lo pío es lo que agrada a los dioses y lo impío lo que les desagrada. Siguiendo ese principio, viene a denunciar a su padre, porque su acción ha sido impía. El mismísimo Zeus había encadenado a su padre en pro de la justicia. Esto da pie para que Sócrates le pregunte si en realidad cree en las historias religiosas sobre las disputas entre los dioses. La respuesta de Eutifrón es esperada, gracias a lo cual Sócrates complica el razonamiento mostrando que también los dioses hacen cosas desagradables a los dioses, es decir, impías: “según parece, las mismas cosas son odiadas y amadas por los dioses, y, por tanto, serían a la vez agradables y odiosas para los dioses” … Sócrates afina más sus preguntas planteando una cadena lógica de deducciones:
- “¿Acaso lo pío es querido por dioses porque es pío, o es pío porque es querido por los dioses?” (10a).
- “Lo pío es amado porque es pío, pero no es pío porque es amado” (10e).
- Que lo pío sea amado por lo dioses es más bien un accidente, y no refiere a la esencia de lo pío. ¿Puede ser la justicia la esencia de lo pío?
- Donde está lo justo está también lo pío, pero “donde está justo, no todo es pío, pues lo pío es una parte de lo justo”. Entonces “¿Qué parte de lo justo es lo pío?”
Para Eutifrón lo pío es la parte de lo justo que está dedicada al cuidado de los dioses. Una vez más, esta respuesta sirve para que Sócrates haga ver que el “cuidado” de los dioses es algo poco exacto y relacionado con el concepto de utilidad. Por ejemplo, mientras que el “cuidado” de los caballos, que es la hípica, sirve para hacer mejor a los caballos, el cuidado de los dioses no sirve para hacerlos mejores. Frente a esto Eutrifón le explica que el “cuidado” de los dioses pertenece a otro orden, es más como una relación servil, un servicio, tal y como un amo es servido por su esclavo. Lo anterior se hace eco en las religiones más numerosas del planeta. Pero ¿con qué utilidad? ¿para realizar qué tipo de obra?, insiste Sócrates. Eutifrón contesta: “Ya te he dicho antes, Sócrates, que supone bastante esfuerzo comprender con precisión cómo son todas estas cosas. Sin embargo, te digo, simplemente, si se sabe decir y hacer lo que complace a los dioses, orando y haciendo sacrificios, estos son los actos piadosos y ellos salvan a las familias en privado y a la comunidad en las ciudades; lo contrario de lo que agrada a los dioses es lo impío, que destruye y arruina todo.” (14b).
Sócrates concluye que lo pío sería un tipo de práctica sobre “sacrificar y orar”. Una “ciencia” (un saber hacer) de las peticiones y los dones. Dar y recibir lo que se necesita, “una especie de arte comercial de los unos para con los otros” (14e) expresa Sócrates. Lo cual obliga a un ciclo de preguntas más. Porque “¿Qué beneficio tienen los dioses con eso?”. La pregunta hace pensar. Eutifrón relativiza y dice que no obtienen beneficio, sino complacencia y veneración. Los sacrificios son homenajes, muestras de veneración, lo más querido a los ojos de los dioses y no la utilidad o el placer. Habiendo seguido las respuestas de su interlocutor, Sócrates le hace notar que han volado en círculos y que han vuelto a decir que lo pío es lo que agrada a los dioses.
Sócrates deja en evidencia que lo pío no es comprendido del todo, ni por los más píos, como cree actual Eutifrón. Sócrates no trata de “vencer” a Eutifrón con estos razonamientos, todo lo contrario, lo trata con un sabio en este asunto que está seguro de acusar a su padre de impiedad. El infatigable Sócrates dice que no descansará hasta entender en realidad qué es lo pío: “no me ocultes lo que piensas que es”, le dice. Pero Eutifrón no está dispuesto a más razonamientos socráticos y dice que tiene prisa y se va. El subtexto del diálogo nos hace suponer que Eutifrón se escapa de un callejón sin salida y que Sócrates lo ha encerrado con la lógica del pensamiento. Sócrates se lamenta de no aprender más y de no poder usar ese conocimiento para contrarrestar mejor la acusación de Meleto.
Ideas posteriores a la lectura de Eutifrón
El diálogo Eutifrón genera una reflexión sobre la ética, la piedad, las prácticas religiosas y el acto de “orar” para recibir un beneficio. Algo que caracteriza, en general, a todas las religiones. El acto místico de pedir a lo que está afuera del individuo, de su control y posibilidades. Poner el deseo fuera del ego y abrirse para recibir; una actitud de apertura y recepción. Es como pedir un abrazo abriendo los brazos también. Ofrecer un sacrificio sería entregar algo muy precioso, una vida, el tiempo o un trabajo difícil, a cambio de interceder sobre lo incontrolable. Este diálogo, por penetrar en razonamientos religiosos y de servicio divino es usado como fuente de reflexión en la teología cristiana.
Este diálogo es inesperadamente actual, deja la impresión de que una conversación similar podría ocurrir en cualquier parte del mundo contemporáneo: alguien podría preguntar a un creyente de cualquier religión qué es lo pio, qué los actos píos, cuál es la esencia de lo pío, y entrar en reflexión que difícilmente llegue a una conclusión. Ojalá que este comentario sea complementado con la opinión de lectores y personas conocedoras del significado de lo pío y lo impío.