Estas Páginas Mías es un libro que ofrece pensamientos agudos, dirigidos con puntería al espíritu del lector. Son ejemplo clarísimo de la imaginación sabia de Juan José Arreola. Si, me atrevo a decirlo, imaginación sabia. Esta obra es rica en imágenes y recursos poéticos, y el sentido de sus palabras es profundo; algunos relatos rinden cierta clemencia al amor y a lo divino, otros al arrepentimiento y a la entrega, sin embargo, todos revelan, como él mismo lo dijo, lo que alguna vez oyó “un solo instante, a través de la zarza ardiente”. Estos relatos son como revelaciones. {He publicado esta reseña en una Gaceta del Fondo de Cultura Económica de Colombia, en el año 2006, creo. La reseña publicada aquí es una versión revisada con nuevos comentarios}.
Toda antología del Relato Breve Latinoamericano que se respete debería incluir referencias a Estas Páginas Mías y a Juan José Arreola. Este libro es una gran demostración de cómo el Relato Breve y/o Micro Relato ofrece sus propias posibilidades para la creación literaria.
Los cuentos de Arreola no sólo ejemplifican la versatilidad de su palabra, también expresan una sensibilidad propia y local en la que confluyen varias tendencias que identificaron la prosa latinoamericana durante el siglo XX: sus textos muestran distintos acercamientos, por ejemplo, al texto fantástico, al realismo mágico, al neorrealismo social e, incluso, al cuadro de costumbres.
Fue llamado por su contemporáneo Julio Cortazar “Árbol de palabras”. Se observa que entre estos autores existe una compatibilidad literaria.
Sin embargo, aunque tal diversidad existe en la pluma de este autor, no por ello sus páginas dejan de conformar una única obra que bien lo identifica. En cada párrafo la firma del escritor es inconfundible. No en vano es reconocido como uno de los escritores mexicanos más importantes: Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1976, Premio Nacional de las Letras en 1979 y Premio Juan Rulfo en 1992 ofrecido por la Feria del Libro de Guadalajara.
Estas Páginas Mías es la reunión de dos libros distintos que Juan José Arreola había publicado en la década del cincuenta en el FCE bajo la colección Tezontle: “Confabulario” y “Varia Invención”. Fueron reunidos bajo el título indicado por primera vez en 1985 cuando el texto hizo parte de la colección Biblioteca Joven.
Arreola se dirigió entonces a los lectores diciendo que les ofrecía aquello “que escribí en mis horas juveniles, cronológicas y espirituales”. También declaró en la presentación de aquella edición: “aquí están estas páginas mías que desde ahora son tuyas”. Memorable frase de desprendimiento que anuncia en sus textos una revelación.
En la edición de la Colección Conmemorativa de los 70 años del FCE el autor incluye un tipo de prólogo autobiográfico donde se descubre, donde se deja conocer: “Una última confesión melancólica. No he tenido tiempo para ejercer la literatura. Pero he dedicado todas las horas posibles para amarla”. Reconoce también su veneración hacia todos aquellos que mediante la palabra han manifestado el espíritu, por ejemplo Walt Whitman y Franz Kafka.
Con respecto a esto último, es claro que Arreola se nutrió de Whitman; todos sus relatos son ricos en aciertos poéticos. Alguien decía que la poesía es el milagro hecho palabra; en ese sentido muchos textos de Arreola son milagrosos.
También es muy cierto que este escritor ha manifestado ciertos elementos kafkianos replicados en la mezcla de meticulosas descripciones del mundo real y situaciones fantásticas. El ejemplo más claro de esto es el relato “Pueblerina” y que recuerda a “La Metamorfosis”; en aquel, el personaje confirma al abrir sus ojos que le han salido un par de cachos. Durante la historia el hecho fantástico es esterilizado con la indiferencia y lo ordinario de la vida cotidiana. Pero a diferencia de Kafka, en Arreola no hay mayor angustia existencial, ni tampoco soledad, ni amenaza frente a las fuerzas desconocidas que manejan al personaje; por el contrario hay cierta esperanza y humor, aunque no se deje de mostrar, y con fuerza, que los personajes sí son objeto de un propósito y de fuerzas superiores que intervienen en su actuar y reflexionar.
Retomando lo anterior, es claro que los personajes de Arreola están bien resaltados; expresan de manera única y profunda el espíritu humano y su condición dramática, sin querer decir que sus historias sean por ello trágicas. Tal vez la fuerza de sus personajes se deba a la propia formación del autor en el teatro. Siendo muy joven, estudió Arte Dramático en el Instituto Nacional de Bellas Artes de Ciudad de México.
Los textos reunidos en estas páginas de Arreola son versátiles y controversiales. Algunos revierten el sentido común, como aquel titulado “El Asesino”, donde la víctima ofrece la mejor circunstancia a su victimario para que éste y sólo éste le de una muerte en el lugar y el momento oportuno. Los textos reunidos no necesariamente son historias o cuentos, son también descripciones de un corto suceso, por ejemplo cuando narra la vida de un diamante oculto en la molleja de una gallina. También encontramos escenas y breves actos, pensamientos, ideas, breves imágenes, propagandas, diarios, flash informativos, crónicas de transformaciones espirituales y cuadros costumbristas, que, sumados, demuestran la libertad del escritor.
En Estas Páginas Mías a San Pedro se le pierden las llaves del cielo; en un pueblo se cambian esposas viejas por esposas nuevas; los bebés se resisten a nacer, y más. Pero es interesante ver que varios relatos insisten en comentar los designios de Dios; es frecuente encontrar en ellos la necesidad de abordar la reflexión sobre su presencia o ausencia, y su intervención o no en el destino de las personas. Esto tan solo demuestra cierto compromiso del escritor con lo espiritual y el sentido profundo de los actos, que puede verse en cuentos como “Pablo”, “Pacto con el Diablo” y “El Silencio de Dios”.
En “Estas Páginas Mías” encontramos a un escritor audaz y con excelente sentido del humor, a un erudito y a un ilusionista que en vida también debutó como narrador en voz alta, rescatando el uso de la oralidad al servicio de la literatura. ¡Arreola fue llamado por su contemporáneo Julio Cortazar “Árbol de palabras”! Se observa que entre uno y otro existe compatibilidad literaria. Finalmente, la invitación a la lectura de Arreola queda abierta, con la entrega de esas, sus páginas, ahora nuestras.
Excelente descripción de la obra de este gran escritor y juglar mexicano.