Entre Venus y Olimpia: una lección acerca del deseo, es la frase con la que pretendo reseñar y comentar el libro de Rafael Argullol que lleva el título de Una educación sensorial. Historia personal del desnudo femenino en la pintura. Rafael Argullol confiesa en este ensayo cómo ciertas imágenes de desnudos femeninos en los libros de historia de la pintura determinaron su despertar erótico adolescente.
El texto es un buen ejemplo de lo que él ha llamado Escritura Transversal, porque al tiempo que comparte su experiencia personal describe las obras de arte más representativas en el género del desnudo femenino y explica los vínculos entre pintura, mito y deseo. Este despertar del sentimiento en el sujeto que transita entre infancia y adolescencia es un tema que recuerda las obras El principio del placer y Las batallas del desierto de José Emilio Pacheco.
{Esta reseña fue originalmente publicada en la Gaceta del FCE de Colombia Número 27 de noviembre de 2005. En este blog he modificado y actualizado el texto con algunas ideas complementarias. El libro que he leído es: UNA EDUCACIÓN SENSORIAL. Historia personal del desnudo femenino en la pintura. Rafael Argullol. COLECCIÓN FONDO 20 + 1. Madrid, FCE – Casa de América, 2002. 195 pp.}
El erotismo en la pintura: Una educación sensorial
El erotismo expresado visualmente en la pintura, y el asombro que provoca el descubrimiento del instinto sexual en un adolescente, son los dos ingredientes principales en el texto que Argullol presenta bajo el sugestivo título Una Educación Sensorial.
Este ensayo, Primer premio Casa de América – FCE, acierta con su fluida reflexión sobre la imagen, el erotismo y la sensualidad. Rafael Argullol ha logrado describir cómo en la pintura europea el cuerpo femenino simboliza y representa el objeto de deseo por excelencia, al tiempo que repasa el recuerdo de lo que significó, a los trece años de edad, encontrar un libro de arte lleno de desnudos y mágicas mujeres. Este objeto de deseo femenino, es ciertamente una cosificación de la mujer, un efecto de la tradición masculina y machista en Europa.
Rafael Argullol escribe acudiendo a su memoria y subjetividad, pero también aporta desde el conocimiento histórico y puntual de las obras, todo cuanto demuestre los estrechos vínculos entre el arte y las atracciones humanas.
Consecuente con lo anterior, aplica lo que ha denominado escritura transversal, logrando combinar distintas formas de narración y produciendo un texto que es al mismo tiempo ensayo, descripción historiográfica y reflexión subjetiva de su propia adolescencia. El título “Una Educación Sensorial”, remite así al efecto que un libro de los años veinte, una Historia del Arte escrita por Josep Pijoan, causó en él mientras vivía en la España puritana y franquista de la década del sesenta.
Las imágenes que encontró en aquel libro se convirtieron en su lección privada de anatomía, pero más que eso, llegaron a ser detonante para una explosión de gusto, ensoñación y curiosidad por el cuerpo femenino y su futura relación con éste. Recursivo en la escritura con dichas emociones, el autor propone distintas alternativas para comprender grandes obras de arte y así, va convirtiendo al lector en cómplice de su propia mirada.
Las Venus, las diosas tendidas, ofrecidas a la mirada
Las Venus de Botticelli, Tiziano y Giorgione, sutilmente ofrecidas al espectador y todas con una de sus manos cubriéndose el sexo, fueron para el adolescente las imágenes básicas del deseo y de lo desconocido.
Pero el recuerdo de lo que fueron aquellas primeras sugerencias es contrastado continuamente con la percepción que el Argullol adulto tiene de las diosas en un contexto más académico y maduro. Sin embargo, en la narración se resalta, ciertamente, una educación sensorial, una educación de la mirada, un sentimiento algo inocente de las mujeres pintadas.
El relato es atractivo desde su comienzo: la imagen de una bailarina desnuda en Pompeya despierta la memoria del autor y lo lleva a redescubrir el catálogo de divas que en la pubertad se habían grabado en su mente, siguiendo la Historia del Arte de JP. De esta manera, al seguir una serie bien escogida de desnudos pintados, la contemplación de las imágenes de Dianas, Danaes, Ios, Evas, Gracias, Ariadnas, Antíopes, Ledas, Lucrecias, Odaliscas, Afroditas, Venus y Olimpias, son evocadas otra vez, confirmadas y vistas bajo nuevas perspectivas y traen a escena un crisol de emociones.
Pinturas de diosas y musas: entre lo sexual y lo sagrado
Cuadros como “Diana Saliendo del Baño” (Boucher) o “Bacanal” (Tiziano) no hicieron más que despertar su conciencia de lo erótico e invitarlo a tantos secretos desconocidos acerca de la sensualidad.
Por otra parte, al indagar investigativamente sobre el desnudo, Argullol nos muestra que su historia en Occidente es más bien corta. En la antigüedad los desnudos en imágenes son escasos, así que los desnudos de su propia educación sensorial están situados básicamente entre el siglo XV y principios del siglo XX, justo hasta el advenimiento de la fotografía.
Son casi cinco siglos de fecundas producciones sobre del cuerpo femenino y su dimensión simbólica, donde se admiran continuidades y rupturas en la representación del cuerpo libre de ropas. En este sentido, es llamativa la insistencia de esta pintura de la piel y del cuerpo con respecto a la mitología greco romana, y en menor grado con variadas imágenes cristianas (principalmente Evas y Cristos). Con todo, es sobresaliente cómo durante cinco siglos todos los pintores aquí contemplados, desde Masaccio y Botticelli hasta Cézanne y Picasso, pintaron diosas, heroínas y seres hermosos y leves, en todo caso, cuerpos divinos que plasmaron el hechizo de la piel desnuda.
Lo anterior deja ver entonces la íntima relación entre lo sexual y lo sagrado, y tal vez, no haya mejor ejemplo para exponer lo anterior que todas las imágenes de Zeus y/o Júpiter, en forma cisne, lluvia de oro u hombre, cortejando a Danae, Leda y Antíope. La frontera en la que se encuentra lo sexual y lo divino se hace allí sutil, transparente, y se relajan sus definiciones. Los rostros del éxtasis que encontramos en las obras así lo confirman.
Las mujeres desnudas que antes se podían mirar
Pero entonces ¿qué es todo aquello que está relacionado con el desnudo en la pintura? Argullol presenta además de los vínculos nombrados, la relación del erotismo y el desnudo con la carne, el placer, la belleza, el movimiento, el sufrimiento, la violencia y la muerte.
Basta nombrar las imágenes de Lucrecia, el Jardín de las Delicias, los desnudos de Rubens o las producciones de la escuela de Fontainebleau para dar cuenta de ello. Las imágenes legendarias de la historia del desnudo en la pintura nos muestran una encrucijada de arquetipos, deseos y ensoñaciones acerca del cuerpo humano y todos los planos del instinto.
Es por esto que esta historia personal de Argullol en transversal; no sólo es una reflexión personal acerca de sus referentes eróticos adolescentes, sino también una excelente exposición de la relación entre pintura y mito, entre imagen y verdad oculta. En últimas, nos enseña muy bien los alcances de la representación durante los siglos nombrados.
Demuestra que de todos los desnudos que examina en su recuerdo, hay unos cuantos que marcan la pauta, resumen y cifran dicha historia. Se pueden nombrar entre ellos la “Venus Dormida” de Giorgione, la “Venus de Urbino” de Tiziano, la “Olimpia” de Manet, la “Venus del Espejo” de Velásquez y la “Maja Desnuda” de Goya.
Finalmente, al leer Una educación sensorial, un inteligente y original ensayo, no queda más que compartir y participar de las ensoñaciones y la mitología que en buena medida, pertenece a la los desnudos femeninos en la pintura. Ciertamente es un tema de erotismo, y en él también se descubren las articulaciones que unen fantasía y realidad en torno de las atracciones y del cuerpo como objeto de deseo.