Encontré el libro El camino del Sufi de Idries Shah hace muchos años en la biblioteca de Luis Ospina, un amigo que vive en una zona rural en las montañas de Colombia. En ese entonces leí El camino del Sufi con más avidez que profundidad, no obstante, me vi obligado a tomar algunos apuntes porque sus mensajes me parecieron tan claros, simples y cercanos que los tenía que grabar de alguna forma. Aún guardo esos apuntes.
Me sorprendió que la Fundación Idries Shah ofreciera un ejemplar de la nueva edición en castellano para quienes quisieran leer el libro y reseñarlo. Gracias a su generosidad he recibido un ejemplar. Esto ha sido una gran oportunidad para volver a un libro que me ha hecho pensar y sentir; pensar más allá de mi comodidad y sentir que la percepción y el conocimiento son un camino que vale la pena recorrer. Más que una reseña o un análisis literario a la usanza, este texto es una transcripción de mis apuntes. Si el Sufismo es más práctica que teoría, si es más acción que escritura, esta especie de reseña tal vez sea apenas una manera de recordar que he leído este libro, y que el Sufismo escapa de los confines de lo escrito, incluso de la palabra.
Idries Shah ha hecho un gran trabajo para introducir al público de qué se trata el Sufismo, de dónde viene y cuáles son sus perspectivas principales. Aunque el Sufismo no es abarcable solo a través de los libros, el conjunto de publicaciones escrito por este autor demuestra su compromiso por difundir esta Vía o Camino en esta época moderna. Vale la pena preguntarse ¿el Sufismo quisiera que más y más gente siguiera un camino Sufi? ¿O el Sufismo es por definición solo para una minoría? Tal vez no se trata de lo que el Sufismo quisiera, sino de lo que el ser humano es capaz, como especie, de hacer.
En este libro, las dos citas escogidas por el autor para iniciar, bien anuncian qué puede encontrar el lector en toda la obra: “Ser Sufi es desapegarse de ideas fijas y preconceptos, y no intentar eludir el propio destino” Abu-Said, hijo de Abi-Khair. “No repares en mi forma exterior; mas toma lo que hay en mi mano” Jalaludin Rumi. Esta última frase, está grabada como epitafio en la tumba de Idries Shah en Inglaterra.
El libro es del año 1968, publicado originalmente en inglés. La publicación hace parte de un intento de Idries Shah por divulgar el Sufismo en Occidente, por lo menos en Inglaterra. Cuenta con 9 partes: un estudio sobre el sufismo por Idries Shah, una explicación de quiénes son algunos autores clásicos, una breve reseña de cuáles son las 4 órdenes mayores, y el resto del libro es principalmente una muestra escogida de la literatura Sufi, la cual también es una memoria de maestros derviches y una herramienta de enseñanza. El libro termina con dos interesantes entrevistas.
De dónde viene el Sufismo
La primera parte de El camino del Sufi es un estudio de Idries Shah que busca dar un estado del arte acerca de los estudios sobre qué es el Sufismo, de dónde viene, quiénes lo practican y cuáles son sus pilares. Hace bien en explicar que la misma palabra sufismo entró a Occidente a través de un estudio publicado en latín en Berlín a principios del siglo XIX. Se ha dicho que el término puede guardar relación con el vocablo “Suf”, que significa lana y que atañe a los ascetas musulmanes que se vestían con una simple prenda de este material. También que tiene relación con la palabra “Sofía” o con la expresión hebrea “Ain sof” (el absolutamente infinito). La sigla SUF (soad, wao, fa) contiene letras significativas, en ese orden, por su efecto sobre la actividad mental.
En fin, todas estas posibles fuentes tienen algún sentido, no obstante, no hay unanimidad sobre el origen y etimología de la palabra. Señala Idries Shah que Hujwiri afirmó que Sufi no tiene etimología. No obstante, si he entendido bien, conocer en qué momento de la historia emerge el Sufismo no tiene sentido para el Sufismo mismo, puesto que su propósito no es historiográfico. Todo lo contrario, el Sufismo es algo que está.
También es un reto encontrar el origen de la práctica del sufismo. El autor muestra que algunos estudiosos han propuesto al platonismo y al misticismo cristiano como origen. Otros dicen que se inició como una secta Persa o Islámica. No obstante, la mayoría de personas hoy en día afirman que el sufismo nació en el Islam, como un substrato más místico y espiritual: ampliamente denominado Tasawwuf.
Es común que un practicante del Islam no acepte que el Sufismo no pertenece exclusivamente al Islam. Pero frente a esto, Idries Shah ha mostrado que el Sufismo desborda las fronteras de las religiones y que su práctica y enseñanzas están abiertas a la diversidad cultural y a la particularidad del individuo. Al final del libro, en una entrevista hay esta pregunta y respuesta:
“El Sufismo ¿es el significado interno del Islam o tiene una aplicación más amplia? El Sufismo es el conocimiento mediante el cual el hombre puede realizarse y lograr la permanencia. Los Sufis pueden enseñar con cualquier vehículo, como quiera que se llame. A través de la historia, los vehículos religiosos han tomado diferentes nombres.” Respuesta de Rais Tchaqmaqzade.
Recordando una expresión de Raimon Pannikar en su libro sobre el diálogo interreligioso, la verdad no es propiedad privada de ninguna religión. Yo estoy de acuerdo.
Es difícil encontrar el origen del Sufismo; tal vez es una escuela de pensamiento que viene de mucho tiempo atrás, incluso podría tener un ancestro chamánico. ¿Qué tal fuera una bolsa que ha acompañado al ser humano desde que es ser humano en este planeta? Ibn el-Arabi afirmó en el siglo XIII que el hombre pensante tiene una edad de 40000 años.
Por otro lado, no es tan difícil ver en qué otras “escuelas”, teorías, místicas y conocimientos hay ingredientes semejantes a los que usa el sufismo. Por ejemplo, el Budismo guarda muchos puntos en común. Idries Shah afirma que, más bien, hay una larga lista de obras y autores que han tomado prestadas ideas del sufismo: desde la leyenda de Guillermo Tell hasta la simbología de los Rosacruces. En Dante Alighieri, en el zen japonés, en Gurdjieff y Ouspenski, en elementos de la psicología de Freud y Jung y en las obras de Sir Richard Burton, por ejemplo, también se encuentran elementos del sufismo. Habría que incluir a Jorge Luis Borges, quien en obras como El Zahir hace más que un guiño al Sufismo. Idries Shah también indica que la conciencia precognitiva, la telepatía, la telekinesia, las fuerzas contenidas en el átomo, tendrían puntos de conexión con la búsqueda del conocimiento real del Sufismo.
Actualmente, corrientes como el Mindfulness también se acercan al sufismo. Se puede leer en el libro Plena Mente de Andrés Martín Asuero, en el capítulo 1 titulado “El valor de estar presente”, este epígrafe: “No mires hacia atrás, nadie sabe cómo el mundo comenzó, no temas al futuro, nada dura para siempre. Si permaneces absorto en el pasado o en el futuro, te perderás el presente.” Una cita a Jalaludin Rumi. (Consultar la selección de Poemas Sufíes de Rumi).
¿Hay alguna relación entre el sufismo y el chamanismo?
Al leer El camino del Sufi he recordado a El camino del guerrero y Ser un hombre de conocimiento que narra Carlos Castaneda en Las Enseñanzas de don Juan. Hay algunos pilares semejantes, como la fidelidad al ser, el siguiente conocimiento que viene después de lo estético, del conocimiento científico y del estado ascético.
Qué es el sufismo
Aunque no hay unanimidad sobre la etimología de la palabra Sufismo y los orígenes de su práctica, se podría decir que si hay más claridad acerca de lo que significa. Idries Shah, cita a muchos sufís históricos que dijeron qué es. He tomado nota de esas ideas:
- El sufismo es percibir lo que otros hombres no percibían
- ¿Qué es ser Sufi? Bayasid Bistami respondió: renunciar a las comodidades y tratar de realizar esfuerzos. (Pág. 229).
- Ser Sufi es apartar lo que haya en tu cabeza – verdad imaginada, preconceptos, condicionamientos – y enfrentar lo que pueda sucederte. Abu Said. (Pág. 271).
- El sufismo es acción, no institución.
- El sufismo es acción en el mundo, pero va más allá del mundo.
- El sufismo no es un culto.
- El Sufismo es el conocimiento mediante el cual el hombre puede realizarse y lograr la permanencia. Rais Tchaqmaqzade.
- El Sufismo es la verdad sin forma. Ibn el-Jalaii.
El estudio de la literatura es válido para el discípulo, pero nunca suficiente. Hace falta vivir en los actos, por fuera de la lectura. El aprendizaje, además, no es unidireccional, se construye en la relación entre el maestro y el discípulo. El camino del Sufi supone que debe estudiarse de cierta manera, con cierta actitud y bajo ciertas condiciones.
El conocimiento Sufi está inscrito en mitos, cuentos, diagramas, bailes, en la cultura pero, yendo más allá de la determinación cultural. Por esta razón, no puede haber una sola definición.
Qué hacen los sufís y quiénes son
Dice Idries Shah que “los Sufis afirman que un cierto tipo de actividad mental y de otras clases pueden producir, bajo condiciones especiales y efectos particulares, lo que se denomina un funcionamiento superior de la mente que conduce a percepciones especiales y cuyo aparato está latente en la persona común” (Pág. 7). Lo que hacen los Sufis o Sufies es seguir la Via, el Camino, una senda espiritual que busca sobrepasar las limitaciones ordinarias del ser humano ¿para qué? Para acercase a lo divino, para regresar, de alguna forma, a la Fuente.
Históricamente, las 4 órdenes o «tariqa»principales son la Orden Chishti, la Orden Qadiri, la Orden Sueawardi y la Orden Naqshbandi. Y entre los sufíes clásicos se encuentran: El-Ghazali, Omar Khayyam, Attar de Nishapur, Ibn Il-Arabi, Saadi de Shiraz, Hakim Sanai y Jalaludin Rumi. Los Sufíes están unidos por la Baraka, la beneficencia divina, la bendición.
El Sufi es un hombre “cambiado”, transformado, siendo el cambio algo esencial en el Sufismo, subraya Shah. Los Sufis son buscadores. Aunque algunos maestros Sufis han sido muy prominentes, el Camino del Sufi no es un camino de reconocimientos ni fama. Un maestro Sufi puede pasar desapercibido y nunca estar en la escena pública.
Me ha llegado este mensaje cuando estaba confundido y decepcionado; “Soy el que soy”. Desde entonces lo guardé como un tesoro. Lo había llevado como un anillo, honrando un compromiso que perduraría durante toda la vida. Pero otro día me llegó otro mensaje: “Soy el que soy, pero solo hasta que soy se disuelva, llegaré a ser el que siempre era”.
La literatura Sufi
Los relatos recopilados en El camino del Sufi no se leen como se lee un libro de narrativa o cuentos, con solo una intención de placer intelectual o estudio literario, sino con un segundo nivel interpretativo: con la posibilidad de extraer unas gotas de comprensión profunda. Tanta como el lector sea capaz de recibir. “Háblale a cada hombre, según su comprensión”, dice el proverbio Sufi.
Sufies como Jalaludin Rumi y Attar of Nishapur son “autores” centrales en la literatura universal. De forma frecuente la literatura Sufi es altamente poética y es rica en metáforas, fábulas y parábolas. Son bien conocidos los relatos de Rumi y el poema La conferencia de los pájaros (Manṭiq-uṭ-Ṭayr) de Attar. No obstante, al mensaje Sufi en forma escrito se le considera de eficacia limitada.
Idries Shah comenta al aspirante a discípulo de Sufi que “las traducciones disponibles son inadecuadas. Esto se debe a que los originales fueron destinados para comunidades específicas y para públicos y culturas locales, las cuales hoy no conservan la forma de antaño.” (Pág. 35). Con esto demuestra un principio básico de la literatura Sufi: que siempre ha tenido una intención más allá de la puramente creativa o artística, y que como instrumento de aprendizaje, ha estado localizado, buscando dar respuestas según el momento y las personas que tienen esas preguntas. El Sufismo parece ser todo lo contrario a fórmulas y a fijación en los textos. Lo cual ha suscitado diversos rifirrafes entre las iglesias (principalmente del Islam) y las cofradías Sufis.
Este es un libro que ayuda a despertar la atención y volver sobre cuestiones que muchos olvidamos debido a las urgencias de la vida cotidiana. La extensa compilación de relatos incluidos en el libro son una invitación para profundizar, hablan sobre situaciones cotidianas y las reacciones o respuestas de un Sufi frente a ello. Algunos de los relatos no se entienden con una primera lectura, lo cual es interesante, porque, creo, más que generar muchas respuestas, su fruto es generar más preguntas. Preguntas profundas, ontológicas, que al formularlas ya nos ofrecen una dirección. Preguntas que son como flechas, recordando a Heidegger, que apuntan hacia una respuesta.