Entre las diferentes actividades organizadas para conmemorar el centenario de Manual de espumas del poeta Gerardo Diego, la Fundación Gerardo Diego de Santander y la editorial Papeles Mínimos han publicado una nueva edición semifacsímil de ese poemario con un prólogo del poeta y filólogo Juan Marqués y un epílogo integrado por una serie de testimonios fotográficos referentes al poeta y a ediciones anteriores de la obra. Una extraordinaria edición que, después de cien años, ofrece la posibilidad de volver la mirada sobre los poemas originales para reafirmar la trascendencia que tuvieron en la trayectoria poética del autor, en la época literaria en que se publicaron y en historia de la literatura hispánica.
Manual de espumas fue la segunda obra vanguardista del poeta santanderino (había publicado la ultraísta Imagen en 1921); ambas surgieron en un contexto literario en el que cohabitaban con diferente intensidad varios movimientos poéticos: los últimos ecos del romanticismo al igual que del modernismo, los comienzos de la generación del 98 y el preludio del 27. En ese entorno irrumpió una ‘escuela’ nueva, la vanguardia que, procedente de Europa, llegó a España donde fue recibida con entusiasmo por algunos poetas, entre ellos Gerardo Diego, quien, por otro lado, había publicado en 1919 un poemario de corte romántico, tradicional, el Romancero de la novia que junto al Manual representaban el viaje iniciático de dos opciones literarias difíciles de conjugar en un mismo poeta, la tradicional y la vanguardista, ambas erigidas en la señas de identidad de su poesía, como él mismo manifestó: «Yo no soy responsable de que me atraigan simultáneamente el campo y la ciudad, la tradición y el futuro; de que me encante el arte nuevo y me extasíe el antiguo; de que me vuelva loco la retórica hecha, y me torne más loco el capricho de volver a hacérmela −nueva− para mi uso particular e intransferible». Tendencias que definió como «una poesía relativa, esto es, directamente apoyada en la realidad, y la de una poesía absoluta o de tendencia a lo absoluto; esto es, apoyada en sí misma, autónoma frente al universo real del que solo en segundo grado procede. Esta última, naturalmente, es más difícil y ocupa dentro de mi obra una superficie menos extensa. Pero si más difícil no es en mí menos constante −véanse las fechas− ni menos «humana»». Una ‘poesía relativa’ y otra ‘poesía absoluta’ que, según José Hierro, lo convirtieron en «el más osado vanguardista y, paralelamente, el más estricto devoto de lo tradicional». La vena vanguardista arraigó en una predispuesta voluntad para la innovación poética y lo condujo a dejarse seducir y fascinar por la ‘poesía absoluta’ que abrazó con pasión y mucha convicción. Primero fue el ultraísmo, pero después en el creacionismo encontró la senda de la renovación para constituirse en un inconfundible distintivo de su poesía como señaló también José Hierro: «El creacionismo fue, para Gerardo, el hallazgo de una vía que barruntaba y que necesitaba para que su poesía adquiriese toda su amplitud. Con su amigo y compañero en los años de estudio en Deusto, Juan Larrea, predica −con la teoría y con la práctica− la buena nueva creacionista», y a esa nueva corriente pertenece Manual de espumas. La adscripción de Gerardo Diego al creacionismo se debió, principalmente, a la influencia del fundador del movimiento, Vicente Huidobro, sobre todo a partir de la tantas veces citada visita que Diego realizó a París invitado por el propio Huidobro en 1922 donde conoció y se relacionó con artistas vanguardistas como Juan Gris, Ferdinad Léger o María Blanchard. Ambos poetas mantuvieron una estrecha amistad que les llevó a compartir un mismo canon poético formulado por el poeta chileno en principios como: «Los creacionistas queremos hacer un arte que no imite ni traduzca la realidad», «Crear un poema como la naturaleza crea un árbol» y «La primera condición de un poeta es crear, la segunda crear y la tercera crear».
Los treinta poemas de Manual de espumas responden fielmente a la innovadora estética creacionista que desterró cualquier referencia con la realidad natural, desvinculándose totalmente de ella para crear una nueva, arbitraria y autónoma, al tiempo que otorgó al poeta la capacidad de transformarse en un dios para alumbrar un universo propio. Y adoptó un código poético nuevo caracterizado por un diseño tipográfico irregular de los poemas, así como la supresión de los signos de puntuación, mediante una sintaxis insólita, el empleo de metáforas irracionales y el tratamiento de temas banales. Pero no fueron esas las únicas ‘novedades’, el creacionismo de Gerardo Diego se distingue, sobre todo, por el uso de la ‘imagen múltiple’ asociada a la música, una relación que él mismo expuso: «La imagen múltiple no explica nada; es intraducible a la prosa. Es la Poesía, en el más puro sentido de la palabra. Es también, exactamente la Música, que es sustancialmente el arte de las imágenes múltiples; todo valor disuasivo, escolástico, filosófico, anecdótico es esencialmente ajeno a ella. La Música no quiere decir nada. […] Cada uno pone su letra interior a la Música, y esta letra imprecisa varía según nuestro estado emocional. Pues bien: con palabras podemos hacer algo muy semejante a la Música, por medio de las imágenes múltiples». Y en cuanto a esa correspondencia poesía-música, Francisco Javier Díez de Revenga afirmaba: «La relación poesía creacionista y música es de una fecundidad asombrosa tanto en la teoría o planteamiento de la poesía en tanto que lenguaje como en la propia conformación de la creación poética y en su práctica. […] Música y poesía creacionista experimentan el mismo proceso creador, tal como el poeta intentó demostrar en su creación poética misma a lo largo de su dilatada trayectoria poética». La omnipresencia de la música en Manual de espumas como rasgo incuestionable ha sido señalada por uno de los expertos más destacados de la obra del poeta santanderino, el profesor Bernal Salgado, quien indicó: «Manual de espumas es antes que nada un libro musical […] construido desde una magistral poética del ritmo, inspirada y aprendida en el «mar cantábrico»», y añadió: «Manual pretende conseguir en verso una especie de ‘interpretación’ −mediante el empleo de diversos instrumentos− musical». Música y mar, en perfecta simbiosis, se convirtieron en el eje temático del poemario, en el cimiento sobre el cual gravita su creación poética, como manifestó el mismo autor en palabras recogidas por el profesor Bernal Salgado: «Con no menos justeza ha enumerado Diego los elementos claves de Manual de espumas en el que no faltan ni fallan variados ‘ritmos’ que reproducen el movimiento musical marino; ni la ‘rima’, correlato tímbrico del estribillo o leitmotiv sonoro de la ola rompiéndose en espumas; ni ‘imágenes’ derivadas de la mencionada multiplicidad plástica de las formas, colores, etcétera, que el mar adopta; ni ‘materia prima’, esto es, ‘agua’, aquí entendida como símbolo de vida-poesía e ineluctablemente ligada a los otros elementos». Además, Gerardo Diego asumió el procedimiento creativo del cubismo, que había conocido a través de la persona y la obra del pintor cubista Juan Gris en la visita a París antes mencionada, basado en la composición poética deshaciendo la realidad natural para recomponer una nueva creacionista. Posiblemente, la ruptura de todo vínculo con la tradición literaria y la disociación poesía/realidad originaron las ‘dificultades’ más evidentes para comprender e interpretar sus poemas, circunstancias que despertaron el interés de numerosos exégetas de su obra por desentrañar la génesis del proceso creativo empleado en la composición de los mismos. Milagros Arizmendi lo refiere con precisión y claridad: «El principio es una palabra o una imagen. A continuación secuencias de palabras o secuencias de imágenes que se relacionan entre sí por sus semejanzas o por sus contradicciones en contraste o armonía sostenidas en un entramado de ritmos musicales. De esta forma se unen realidades distintas convirtiéndose en una doble imagen que, a veces, se superponen eliminando una aspectos de la otra. Asimismo se funden imágenes heterogéneas en sorprendentes nuevas comparaciones y metáforas como reflejo de una extraordinaria libertad técnica ye imaginativa». Asimismo, en el poemario aparecen indicios que conllevan pistas clave con significados concluyentes como son el título del poemario, los títulos de los poemas y las dedicatorias a poetas, pintores, críticos, músicos… tan diferentes como Bécquer, Manuel Machado, Ramón Gómez de la Serna, Moreno Villa, Paul Dermée, José Bergamín, Francisco Vighi, Juan Gris, Maurice Raynal o Rodolfo Halffer.
El creacionismo fue recibido con sorpresa y recelo cuando irrumpió en un contexto literario desconocedor de las vanguardias europeas. Las valoraciones sobre el creacionismo dieguino se han publicado en decenas de artículos, libros, tesis… con opiniones diversas. Ricardo Gullón destacó que «consiguió infundir en muchas de sus composiciones creacionistas vibración y transparencia; la variedad de metáforas, la gracia eruptiva de las imprevistas asociaciones y superposiciones de imágenes, el giro burlesco de alguna frase y cuantos elementos se conciertan para verter en el poema la autenticidad de las vivencias que en un momento dado operan en el alma del poeta, contribuyen a expresarlo y hacer su mensaje comunicable». Gaspar Jover declaró: «No cabe duda de que Manual de espuma cumple con la mayoría de las innovaciones del vanguardismo literario: el verso libre, la ausencia de puntuación, el encadenamiento de metáforas, pero, al mismo tiempo, transmite una gran emoción y no es en absoluto literatura deshumanizada; para ser justos, hay que concluir que no se ciñe de manera escrupulosa a los requisitos que por entonces defendía la poesía experimental. […] Es una de sus primeras obras, un libro por tanto de juventud; pero, como señala la mayor parte de la crítica literaria, aunque otros libros de la misma época o de etapas posteriores manifiesten un parecido anhelo rupturista, innovador, este es el más redondo entre las obras creacionistas (vanguardistas) del poeta». El profesor citado Bernal Salgado señaló: «Sin lugar a dudas lo que ha permitido a la crítica destacar Manual de espumas por encima de la poesía de su tiempo, y aun situarlo como culminación del temprano proceso de aprehensión del creacionismo poético de vanguardia dentro de la poesía primera de Diego, ha sido la fuerte trabazón y coherencia metafórica del libro, dependiente −no en un sentido negativo− de su unicidad simbólica». Sin embargo, algunos críticos y poetas la consideraron como una poesía sin emoción, sin sentimientos, deshumanizada, valoración que el poeta rechazó: «Yo puedo asegurar que no hay en mi poesía de estirpe tradicional piezas que superen ni quizás igualen en acumulación y hondura de experiencia vital, en desgarro y temblor de alumbramiento [los poemas creacionistas]. Es posible que para el lector estos poemas resulten fríos, pero yo me acuerdo muy bien de la sangre que me costaron», y añadió: «es mi libro clásico dentro de la poética creacionista”.
Hoy no se entiende la poesía del siglo XX sin citar a Gerardo Diego, y dentro de su obra poética la mención al vanguardismo no es solo obligatoria, sino imprescindible en este año conmemorativo del centenario de la publicación de Manual de espumas. Representa el testimonio de una época literaria caracterizada por la necesidad de encontrar y dar sentido a una estética nueva, renovadora, al tiempo que impactante, ya que al lado de la poesía tradicional sentir el vanguardismo más osado resulta alentador, motivo por el cual el Manual debe seguir siendo considerado, en el conjunto de su poesía y en la historia literaria hispánica, un hito capital; y a ello contribuirá, sin duda, la publicación de esta excelente reedición semifacsímil.
La aportación de Fernando Bringas a la icónica obra de Gerardo Diego, Manual de Espumas, es sin duda una luz para conocer y entender mejor el paso al vanguardismo del genial poeta cántabro. En este sentido y, como explica Fernando Bringas, podría decirse que Gerardo Diego fue un adelantado a su tiempo. Mi agradecimiento y felicitación, Fernando, por transmitirnos un mayor conocimiento de nuestro gran poeta.