En los Amonites de Jeannette L. Clariond hay revelaciones convertidas en palabra, poemas cortos como suspiros que vienen de la profundidad del mar de su percepción e inteligencia. Por ejemplo, dice: Vi la corriente entrar al mar y en él perderse, sin perderse. Lo ha escrito ella, y yo estoy de acuerdo con este pensamiento, que también lo siento mío. Eso pasa con la experiencia poética, aceptas el poema como un axioma, como una revelación.
Jeannette es una poeta. Se le nota desde el primer momento cuando hablas con ella. Solo intercambiamos pocas palabras en la librería de poesía Animal Sospechoso, pero me resultó evidente que Jeannete está afectada por la poesía. Comparto aquí una breve reseña.
Los Amonites de Jeannette L. Clariond son extractos de una visión ontológica
El libro que he leído se llama Amonites, en recuerdo de la cantidad de amonites que se encuentran en la tierra de Chihuahua, su lugar de nacimiento. «No hay más tiempo, que el del amonite» comparte la escritora mexicana.
Los Amonites de Jeannette L. Clariond son extractos de una percepción profunda, son granos de conocimiento que hablan de toda la arena. Son frases cortas porque tienen pocas palabras. Pero son frases largas porque en pocas palabras se muestra un horizonte amplio y hondo. Se descubren esencias de fenómenos, verdades como semillas pequeñas en el nucleo.
Son aforismos, micro-poemas, que me han hablado reiterativamente sobre la luz del fuego, el ardor y de su contrario, la sombra. Estos son algunos ejemplos de poemas memorables de Jeannette:
«Fuerte es la sombra de buena luz»
«Fija la sombra, todo es resuelta transparencia»
«Toda luz moviliza la raíz»
«Avanzar, mirar la luz nacida dentro»
«Largo el fuego de la noche que se ama»
Pero no solamente. Estas líneas meditadas también hablan del tiempo, de la entrega, de la aceptación, el amor y la muerte. Es decir, sobre los temas de siempre, los temas inevitables y necesarios con los que los poetas se enfrentan a cotidiano (qué es un/a poeta?): «El otoño asciende, cayendo«.
Si una persona es capaz de escribir esto «Orar no es hablar con Dios, sino lamentar su ausencia«, es porque ha logrado llegar al lado de la poesía, en el lado del metalenguaje, ha logrado percibir desde «el otro lado» como dijera Julio Cortazar a propósito de El perseguidor.
Estos poemas breves son cucharadas de algo que todos sentimos pero que pocos logran servir, y que sedan con lo mínimo, que es lo justo. He leído en estos amonites esta frase: «Me pertenece solo lo que conozco; a lo otro, pertenezco«. Sentí que me hablaba a mi, y a todos los seres que buscan el conocimiento.
Los poemas de Jeannette en este libro son intemporales como los amonites.