Guerra del tiempo (1958) es un libro de cuentos de Alejo Carpentier que trae muchos de los temas y reflexiones que caracterizaron al escritor cubano, un erudito comprometido con su tiempo y con Latinoamérica. La época de la colonia, el viaje a las Indias Occidentales, la Picaresca Española, el mestizaje, los cimarrones, el ingenio azucarero, la música, y por supuesto, lo “real maravilloso”, ese adjetivo con el cual Carpentier calificaba a la realidad latinoamericana, son temas presentes en estos relatos. Todo, escrito con el lenguaje suntuoso que le corona como uno de los máximos exponentes del Neobarroco en la literatura latinoamericana. Originalmente, Guerra del tiempo incluyó en su primera edición Viaje a la semilla, Semejante a la noche, El camino de Santiago y El acoso (esta última una novela breve). Ediciones posteriores excluyeron a El acoso.
- Guerra del tiempo y otros cuentos
- Alejo Carpentier
- Edición consultada para hacer esta reseña: RBA. Barcelona. 1994
- El libro tiene 7 cuentos
- Libro publicado originalmente en 1963
En esta edición encontramos 7 cuentos: El camino de Santiago, Viaje a la semilla, Semejante a la noche, Los fugitivos, Los advertidos, Oficio de tinieblas y El derecho al asilo. En otras ediciones, el libro incluye la novela El acoso. En El camino de Santiago, un cuento que casi es una novela corta por su extensión, Juan de Amberes, recuperado de cierta peste, busca agradecer su recuperación peregrinando a Santiago de Compostela, pero en Burgos encuentra un Indiano que le expone los encantos, riquezas y bienaventuranzas del Nuevo Mundo. Entonces Juan cambia de rumbo y viaja al Caribe (posiblemente llega a Cuba o a La Española), ilusionado con lo desconocido, persiguiendo la Utopía como todo ser humano, en busca del paraíso perdido (al decir de Mircea Eliade, citado en el texto Lo barroco y lo real maravilloso en “El camino de Santiago» de Alejo Carpentier de Beatriz Monreal y Marta Ruiz de Garibay, publicado en el número 1 de la revista Bilduma, 1987). Pero encuentra todo lo contrario al mito. Pronto se hunde en “la vida más perra” … y en lugar de oro encuentra una humedad que todo lo pudre y donde los hongos proliferan. Maldice así al Indiano que había encontrado en su camino. Después de un juego de dados mata a un genovés, por lo cual huye de la ley, adentrándose al corazón de la selva. Allí encuentra un palenque y se convierte en un cimarrón más, entre indios, negros, un judío marrano y un calvinista perseguido. Nada de oro, solo un crisol de culturas. Bajo una fiebre tropical, unas africanas (doña Yoloma y doña Mandinga) le dan bebedizos, calor de cuerpo y le cantan a espíritus benefactores. Un día se embarcan en una nave que había encallado momentáneamente. Al marrano lo apresan, el calvinista se salva por los pelos, y Juan regresa a España como Juan el indiano. Junto al negro cimarrón Golomón, van de feria en feria haciendo soñar con el Nuevo Mundo y vendiendo pilatunas con un mono y un papagayo hasta que Juan se encuentra con otro Juan en Burgos otra vez, también venido de Flandes, también ex soldado del Duque de Alba, también en romería, a quien convence de irse mejor para Sevilla. Van juntos y en la Casa de la Contratación se encomiendan a la virgen de los navegantes para su futuro viaje. Más o menos así termina. Se asume que ese flujo de viajes y migraciones a América era un ciclo, un grifo más bien, por el que buena parte de las gentes europeas dejaban los pesares y anhelos ya demasiado sentidos del Viejo Mundo.
Las historias fantásticas que narraban los indianos en España eran el reflejo de todo lo que querían ver en Europa pero no podían. Expresan así un componente mágico que solo era posible en el nuevo mundo. Si bien la leyenda de El Dorado o el sueño de piedras preciosas y oro fácil eran la perdición de muchos, también abundaban las noticias de nuevas familias, nuevos comercios, nuevos buenos aires, al otro lado del “At-lántico”. Así lo deja saber Carpentier en este cuento.
Acerca del crisol latinoamericano y de sus realidades híbridas, término que luego desarrollaría en profundidad Nestor García Canclini, afirmó Carpentier que mientras el Surrealismo buscaba con escrituras automáticas, incursiones en el mundo onírico y otras artimañas, en el buen sentido de la palabra, esas realidades asombrosas y más allá de los límites en América Latina vivían a flor de piel. No había que buscarlo mucho, rascarlo en el día a día era más que suficiente, porque lo real maravilloso salía al encuentro. Muchos hijos del surrealismo como Breton, Artaud, Cartier-Bresson así lo comprobaron con sus viajes a México. Carpentier, que se había codeado con toda la gallada surrealista en París, tenía cierta autoridad moral para hablar de este tema.
En las entrevistas a Alejo Carpentier, se ve a una persona erudita en literatura, política y filosofía, que parecía haberlo leído todo. Por ejemplo, en la que le hace J. Soler Serrano en 1977 afirma que en El camino de Santiago también rinde homenaje a la Picaresca Española, algo de su absoluta admiración (cita el libro Vida, ascendencia, nacimiento, de Torres Villaroel) y confiesa que “la he estudiado toda”. Carpentier, un cubano con un marcado acento francés, ha sido un defensor del resultado inesperado y mágico del crisol latinoamericano, en el que aquella picaresca encuentra continuidad. Carpentier acuñó su concepto de “Lo real maravilloso” para describir la extraña historia del América Latina, tan inusual que su realidad parece ficcional. A veces traída de los pelos. Surreal.
Mientras El camino de Santiago es un relato que muestra lo que en tiempos de la Colonia era “el viaje a las Indias Occidentales”, la búsqueda del paraíso perdido, el segundo cuento, Viaje a la semilla, es una historia con toques más poéticos, con cierta referencia la historia (pero no tanto como en el anterior cuento) y con un evento directamente mágico. Cuando una casa ha llegado a su final y la están demoliendo, un viejo negro hace ciertos gestos y el tiempo y vida de esa casa empieza a echar para atrás rejuveneciendo la historia que por ahí ha pasado. El antiguo dueño, Don Marcial, se levanta de su lecho de muerte, recorre su vida adulta hasta ser un joven estudiante, hasta ser un niño, hasta nacer. Y todo sigue avanzando en esa dirección “las aves volvieron al huevo en torbellino de plumas”. Cuando los obreros regresan para terminar de derrumbar la casa se encuentran con que el trabajo estaba hecho. Se trata de un cuento directamente surrealista y muy bello; en el cuento ese volver al pasado es narrado en tiempo futuro, logrando un efecto admirable.
Si bien el Realismo Mágico de los Premio Novel Gabriel García Márquez y Miguel Ángel Asturias es un conjunto literario propio, es inocultable su nexo con el carpenteriano “Lo real maravilloso”. También acerca de estos dos autores comenta que en ellos también se ve cómo el Castellano se expande, cómo su literatura en realidad se enriquece porque no está circunscrita por condicionantes de otros tipos que sí hay en la literatura latinoamericana del siglo XIX por ejemplo. Carpentier afirma que en ese sentido aquellos autores también recogen cierto barroquismo; para él cuando definimos el barroco hablamos de la “forma abierta”, al decir de los músicos. Es decir, la forma que permite más expansión. El barroco es para él “un lujo en el arte”, una expresión máxima que ve en Joyce y en Proust por ejemplo. Ese barroco corresponde con la naturaleza exuberante de América Latina, con su sensibilidad y potencialidad.
El cuento Semejante a la noche también es rico en referencias historiográficas; el tema del viaje también está presente y es central: hay un paralelo entre ese momento en el que un soldado de Agamenón se embarca hacia la guerra de Troya y el momento de aquel que se embarca hacia el Nuevo Continente unos buenos siglos después. Lo humano del viaje hacia la “otredad”. Las referencias a muchas obras y eventos abundan en los cuentos de Carpentier y eso ayuda mucho a su expresión y virtuosismo de su vocabulario. Aquí es notable cómo la lectura de los ensayos de Montaigne ha despertado en la prometida del soldado español una reprobación contra la empresa evangelizadora en Las Indias. Y en esa discusión viene a cuento el dudoso resultado ético de la IV Cruzada, que enfrentó a cristianos contra cristianos, y que fue fomentada por Fulco de Neuilly.
En Los advertidos también hay una reflexión pan-humana. Carpentier confesó que este cuento es consecuencia de su viaje por el Orinoco indígena y que generó su más profunda admiración. El viejo Amaliwak recibe del Dios el comando de hacer una gran canoa que resista al diluvio universal. Cuando las aguas ya han arrasado con todo se encuentra con Noe, Decaulión, Out-Napishtim, con quienes habla, despidiéndose cada uno hacia su lado del planeta. Amaliwak ve cómo los hombres vuelven a los hábitos que antes habían causado la ira de Dios, subrayando “creo que hemos perdido el tiempo”. Carpentier encontró el mito del diluvio universal en las profundidades de la Venezuela indígena.
El conocido relato Los fugitivos vuelve a traernos la figura del cimarrón y del Ingenio, del cual se ha fugado hacia la libertad. Esta vez, un perro, heredero de los alanos de la conquista, sigue su rastro, pero confundido por lo olores y temeroso de otros perros más alobonados entre el monte, resulta avasallándose y sirviendo al negro en sus incursiones en los caminos y pillajes de supervivencia. El cuento es una fotografía reveladora de aquellos casos y paisajes. Al final, el perro, alejado de su convivencia con los humanos y con manada propia, encuentra al cimarrón en su segunda fuga, esta vez con un resultado mortal. Una antigua consigna lo hizo saltar con sus fauces hacia su cuello.
Por su parte, Oficio de tinieblas (1944), del que se ha dicho ser una obra muy teatral (incluso recuerda la de Calderón de la Barca, El gran teatro del mundo – 1645), es un relato que presenta un mundo con una muy mala atmósfera, cuando se celebraron los funerales del General Enna (Fallece en Cuba en 1851; había sido enviado desde España a combatir contra los revolucionarios de la época), con cierta música de fondo, donde “las sombras tendían a desprenderse de las cosas”. La sombría atmósfera, luego un terremoto, luego el cólera, hacen pensar en una realidad fatídica. El título hace eco de la liturgia católica que se hace tres días antes de la pascua y que se llama así, Oficio de tinieblas, por celebrarse en la oscuridad de la noche. Después de la pasión de Cristo llega su resurrección y ascensión. Tal vez lo mismo pueda pasar en la ciudad del relato: después de eso dramas tal vez resurja. Este cuento es un buen ejemplo de cómo Carpentier construye a partir de hechos históricos y también de cómo su elaborado barroco presenta un grado de complejidad para lectores como yo.
El último cuento es El derecho al asilo; es una imagen sarcástica de las relaciones políticas en Latinoamérica, dejando ver una realidad evidentemente ficcional pero que bien podría haber sido verdad en cualquier país del Caribe. La imagen del golpe de estado del general Mabillán es sarcástica respecto a los dictadores latinoamericanos y recuerda al libro Bestiario Tropical de Alfredo Iriarte, una obra excelsa en humor, historia y sarcasmo.
Tenemos en estos cuentos de Alejo Carpentier una buena muestra de su estudio del folclor, su conocimiento y gusto por la musicología, la elaboración de temas como el mestizaje, el palenque, el viaje, el trato con el pasado, el Nuevo Mundo como ilusión del paraíso perdido, el surrealismo y lo real maravilloso. Todos estos temas, también están desarrollados en sus conocidas novelas como Los pasos perdidos, El siglo de las luces y El reino de este mundo.
Libros para profundizar en el análisis de Alejo Carpentier:
- Rodriguez, Alexis Marquez. Lo barroco y lo real-maravilloso en la obra de Alejo Carpentier. Siglo XXI editores. México. 1983
- Rodriguez, Alexis Marquez. La obra narrativa de Alejo Carpentier. Editorial: Universidad Central de Venezuela. Caracas. 1970
- Velayos Zurdo, L. Oscar. El diálogo con la historia de Alejo Carpentier. Península. Barcelona. 1985
- Velayos Zurdo, L. Óscar. El mito del mundo mejor en la narrativa de Alejo Carpentier: (aspectos de la evolución del novelista). Bellaterra: Universidad Autónoma de Barcelona. 1985